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martes, 18 de abril de 2017

Residuos

"La cultura de Mendoza tiene presencia de kirchnerismo residual". En un reciente reportaje en MDZ, diario digital mendocino del Grupo Terranova, barrabrava mediático del macrismo nacional y el norradicalismo local, esas fueron algunas de las declaraciones del Señor Secretario de Cultura provincial, Diego Gareca.
La fotografía que ilustra la nota muestra el dedo índice de la mano izquierda del Señor Secretario entrando o saliendo (la imagen fija, por definición, no nos permite describir el descenso o el ascenso de su miembro superior) del orifico del mismo lado de la nariz del funcionario. Qué buscaba el Señor Secretario en sus profundidades nasales es una incógnita muy difícil de despejar. Y que, tal vez, sea mejor no descubrir.
El mataburros de nuestro idioma dice que el residuo es una "materia inservible que resulta de la descomposición o destrucción de una cosa". Podría asegurar que el Señor Secretario no consultó al diccionario antes de prestarse a la inquietud periodística. Porque el adn ideológico le sale por los poros sin necesidad de elucubraciones especiales, ni lingüísticas ni filosóficas.
¿Habrá preparado el tacho de la basura el Señor Secretario? ¿Sabrá a qué hora pasa el camión recolector de residuos por la puerta de su Secretaría el Señor Secretario?
Desde hace no mucho tiempo la tecnología ha logrado desarrollar procedimientos que permiten reciclar distintos tipos de residuos. Quizás el Señor Secretario sepa de alguno que sirva para reciclar eso que él llama kirchnerismo residual. Y tal vez pretenda reciclarnos siguiendo los ejemplos paradigmáticos de tanto Urtubey, Pichetto, Abal Medina y el nutrido pelotón de conspicuos dirigentes locales.
El Señor Secretario vestía indumentaria izquierdista. Construyó su derrotero triunfal con la imagen del Che en sus remeras, usaba boina de miliciano cubano y debe poseer una magnífica colección de fotografías acompañado de artistas populares. Daniel Viglietti, Juan Gelman, Teresa Parodi, Liliana Herrero, Raly Barrionuevo y algunos más, varios de ellos de la categoría de residuales, según su muy democrática tipificación. Eran tiempos en los que el Señor Secretario no era Señor Secretario y su fachada enmascaraba a esto que hace hoy. Fachadas.

martes, 11 de abril de 2017

Inhabilitado

En una sencilla, pero tocante decisión, como dice cierta prensa del corazón partío, esta mañana cuando despuntaba el sol mendocino de este once de abril del año del señor de los cristianos de dos mil diecisiete me notifico de que el Padre Facebook ha decidido inhabilitar mi cuenta.
Es una muestra más de la nueva Argentina surgida a finales del dos mil quince. Y, por supuesto, no es lo más grave de lo que pasa. Que cientos de miles se queden sin laburo es mucho más preocupante de que yo me quede sin acceso a una red social.
Anoche tuve el triste honor de ver vomitar bilis de cinismo a Hernán Lombardi, el titular de Medios Públicos del gobierno infectado de mercaderes del templo. No alcancé a comentar su participación televisiva en debate con Martín Sabbatella, el extitular de la AFSCA. No hizo falta. Apenas alcance a bloquear a un excompañero de tareas en Radio Nacional Mendoza, un rara avis acusado de pornógrafo y otras beatíficas cualidades de larga data. Pero no importa.
Lo que sí me importa por sobre cualquier censura personal es que hoy hay paro nacional de docentes por la salvajada represiva de los que venían a unir a los argentinos, a dignificar el respeto a la ley y la institucionalidad, a sostener y mejorar la educación pública y bla bla bla.
En Mendoza, gran parte de los docentes no adhieren. Si no paran en defensa de su salario menos cabe esperar que paren porque le peguen, repriman o encarcelen a otro. Para esa gente la patria es su Ombligo, el paisaje preferido es el espejo del baño de su casa y aman las películas de miedo, mientras que juegan al Yo Yo después de la siesta, el momento sagrado de su jornada.
Mientras tanto sigo habilitado para recuperar libertades, para soñar despierto, para militar por otros medios como he hecho durante más de cincuenta años.
Y, por supuesto, haré lo posible por recuperar mi derecho a decir y escribir lo que siento y pienso. En Facebook o donde sea.

jueves, 6 de abril de 2017

Con los loros, no

Puedo discutir, debatir, polemizar o intercambiar opiniones contradictorias con personas conocidas o no. A propósito de este último caso, cómo se amplía el universo cuando se milita en las redes sociales. Y lo dice este veterano que se sumó hace diez minutos biológicos al chiche. Sigo.
No sólo puedo enfrascarme en una discusión intersubjetiva. Me hace bien, me mantiene las neuronas en actividad, me obliga a pensar y repensar, a buscar en mi disco rígido las lecturas del pasado, las vivencias enriquecedoras, esas que por vitales no tienen nada que ver con cuentas bancarias ni cálculos especulativos. En fin, frente a un café y sus respectivas medialunas o frente a la computadora y sus respectivas interferencias del servidor, la polémica es un ejercicio maravilloso. Lo único que pido es que enfrente haya un ser humano con buena leche. No me importa si es de izquierdas o de derechas, si es creyente, agnóstico o ateo como yo, si goza con las travesuras futbolísticas de Tévez o ama el buen fútbol de la escuela riverplatense como yo. Me basta con mirarlo a los ojos o imaginar que mientras teclea en su PC no está tratando de joderme la vida sino de aportarme argumentos que cree sólidos y buenos.
Pero si en el camino de la vida me encuentro con alguien que enarbola las sinrazones del negacionismo, si se sube a las consignas de la mentira mediática ininterrumpida, si me insulta por mi forma de pensar y sentir, si en lugar de argumentar grita, si titula, pero no desarrolla, si para él o ella es lo mismo Carlos Menem que Cristina Fernández, si cree y piensa que a las mujeres les encanta abortar después de ser violadas, si están convencidas de que hubo una guerra sucia y no terrorismo de Estado. Si me encuentro con repetidores seriales de zócalos televisivos no sigo.
Porque si debato, discuto, polemizo con loros el boludo soy yo, no ellos.