A Osvaldo Bayer
Telefónica de Argentina quiso seducirme. Me llegó un folleto que pregunta, me pregunta: "¿Qué hay mejor que un Roca?". Encabeza el envío la imagen del general Julio Argentino Roca. La propuesta de seducción apunta a que yo contacte a cinco futuros suscriptores de Speedy, el servidor de internet de la multinacional de comunicaciones. La respuesta que ellos mismos se dan es que mejor que uno son cinco Rocas.
Traduzco. Por cada nuevo cliente que les aporte ellos, magnánimos, me descuentan un Roca, o sea cien pesos, en mi próxima factura. Hasta un tope máximo de cinco, o sea quinientos mangos.
El folleto en cuestión se abre, cual bandoneón ponzoñoso, y despliega cinco imágenes del genocida, el generoso benefactor de la oligarquía terrateniente nacional.
A la pregunta inicial se me ocurren varias respuestas. Algunas, un poquitín más escatológicas que mi textículo anterior. Pero prefiero elaborar un listado, seguramente incompleto, de figuras de la historia argentina, ya muertos, como Roca, que son mejores que él. Y dejo constancia explícita de que renuncio a cualquier honorario o bonificación compensatoria al pie de la factura por la idea. Ahí van los y las que son mejores que un Roca, y ni hablar de cinco:
Un Arbolito, un Juan José Castelli, un Facón Grande, una puta de La Catalana, un Bernardo de Monteagudo, un Martín Güemes, una Macacha Güemes, una Azucena Villaflor, un Mariano Moreno, un Milcíades Peña, un Tato Bores, un Rodolfo Walsh, una María Elena Walsh, un Rodolfo Ortega Peña, un Arturo Jauretche, un Homero Manzi, un Raúl Scalabrini Ortiz, un Felipe Vallese, un Bernardo Alberte, un Agustín Tosco, un Roberto Fontanarrosa, un Haroldo Conti, un Julio Cortázar, un Antonio Berni, un Juan Carlos Castagnino, un Hugo del Carril, un Alfredo Varela, una Mercedes Sosa, un Osvaldo Pugliese, un Risieri Frondizi, un Rodolfo Puiggrós, un David Viñas, una Juana Azurduy, un Néstor Kirchner, un Padre Mugica, un Enrique Angelelli, un Negrito Avellaneda, un Jorge Luis Borges, un Raúl González Tuñón, un Armando Tejada Gómez, un Hamlet Lima Quintana, un Jorge Julio López, un obrero, un campesino, un desocupado, una Alfonsina Storni, un Jorge Cepernic, un Adolfo Castelo, un Atahualpa Yupanqui, un Cuchi Leguizamón, un Che Guevara.
Como te dije, lectora cómplice, la lista es incompletísima, pero representa un muestrario de la dignidad patria.
No quiero más ofertas si vienen presididas por los padres genocidas de los genocidas que hoy, por fin, empiezan a pagar. Sin descuentos al pie de la sentencias.
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