Cuando uno viaja sabe, generalmente, cuándo se va y cuándo se retorna. Los trámites aduaneros, migratorios, los avatares burocráticos de cada viaje dependen, también generalmente, del humor con que se levantó el funcionario que te recibe o te despide.
En Colombia, más precisamente en el aeropuerto de Cartagena de Indias, se fumaron en pipa la frontera. No me pregunte con qué cargaron esa pipa. Soy periodista, no profetizo ni especulo ni demonizo. Simplemente cuento mi experiencia.
Despaché mi equipaje imbuído (yo, no mi equipaje) de una enorme gratitud con los y las colombianas que conocí. Tomé el exquisito café de Rodrigombia mientras esperábamos la hora de embarcar (¿por qué no enavionar?) y llegado el momento hicimos esa cola nerviosa y resignada que se produce en cada vuelo de regreso.
Al enfrentar la sonrisa franca y plástica de la joven que nos recibía las tarjetas de embarque, o enavione, soy informado de que mi maleta debía ser revisada nuevamente. Motivo: se me informaría con posterioridad de hacer el trámite migratorio. Y no se vaya que ahora viene lo mejor.
Cuando reconozco la valija rojita, con mi mejor cara de argentino, entre molesto y preocupado, encaro al tipo encargado del asunto.
Se supone, me dice, que al pasar por el escáner inicial han detectado algún elemento que, precisamente, no pueden detectar. Pero, me asegura el amigo cartagenero, no me van a retener ninguno de los bienes del interior de mi maltrecha rojita. También se supone, me insiste, don Coso, que es para que todos viajemos más seguros y tranquilos. Por el terrorismo y la droga, sentencia el hermano sudamericano.
Protesto, me indigno, digo que la espuma de afeitar la uso para afeitarme y el champú para bañarme y que si ambos sirven para fabricar bombas o esconder merca, y no me los quitan, para qué carajo me y nos someten a vejámenes y demoras gratuitos.
Don Coso acusa el impacto de mi argumentación y se deschava. Jura que no se trata de una directiva de la línea aéra. Ni del Estado colombiano. Es una orden del gobierno americano (como si el suyo propio, el nuestro, el chileno, el ecuatoriano y los demás fuesen sub-americanos). Le miré la cara. No había vergüenza, escrúpulo, no había ni un atisbo de resignación. El tipo lo dice, lo siguió diciendo ante otros viajeros infectados con la misma sospecha, con la naturalidad más absoluta.
O sea, en pleno territorio colombiano rige una orden del gobierno de Estados Unidos que afecta a cualquier ciudadano del mundo.
Soberanía gruyère o Plan Colombia. Use el nombre que prefiera.
toqueme Ud el culo don Gringo, sin previo aviso
ResponderEliminartoqueme que no hay problem don gringo,my brother ,toqueme el culo cuanto quiera
Ah, Rudman, el placer de viajar!....
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