Mi dentadura se asemeja a las paredes exteriores de ciertas casas del desierto mendocino, pintadas a la cal. Vienen soportando largas temporadas de tormentas estivales impetuosas, el sol impiadoso de las siestas de verano, la inclemencia del paso de los años. Se descascara.
Mi ojo derecho, al que le fue extirpado un Niágara a escala, es una pieza ambulatoria de museo. Con el izquierdo veo mejor. Ideología óptica, le llama un amigo ingenioso.
Mi hernia de disco es long play.
Me canso sólo de ver correr a un maratonista.
Los desayunos se componen de café con leche, pan lactal (blandito, por las razones de descascaramiento ut supra mencionadas) con queso untable y alguna mermelada casera y, elemento infaltable, una buena y surtida dosis de química. A saber: vitamina E como antioxidante, magnesio para evitar o morigerar los calambres nocturnos, diclofenac 75 para el long play y, de vez en cuando, si me acuerdo, aspirina para prevenir o retrasar el infarto. Eso sin contar algún extra, como un antibiótico exprés para la infección ad hoc. En fin, que como dice otro sátrapa de mi corazón, si pasado tu medio siglo no te duele nada, es porque estás cadáver.
Hecho el diagnóstico de eso que las religiones, las ofertas de los shoppings y la revista Caras llaman la Vida, ¿qué me queda?
Me quedan, al menos, dos o tres características intactas, creo.
La primera, capacidad de asombro. La segunda, el indignómetro con las pilas cargadas. La tercera, mi debilidad por las masas secas y el dulce de leche. De esta última característica dan cuenta mi abdomen (panza bah), el colesterol y los triglicéridos, según análisis que no me hice ni tengo ganas de. Entonces mejor vamos a las otras dos.
Leo en los matutinos de esta semana dos noticias asombrosas. En la primera, aparece Alfonsinín pidiéndole a la presi que se haga cargo del menemato. Como si el Pacto de Olivos lo hubieran firmado Patoruzú y Condorito y no Menem y su daddy, el de los trajes a su medida y el sillón freudiano.
En la segunda, Ernestito Sanz se postula como candidato de un "frente progresista" para 2011. No tenía conocimiento de la veta humorística del senador sanrafaelino. Si eso es progresismo, Ratzinger es hippie.
Es el Grupo A, de Anodino, Atónito, Atolondrado, Atomizado y, sobre todo, Anti.
El indignómetro parece que me funciona medianamente bien. Me molesta que me tomen por boludo. Salvo mis amigos, que me conocen y tienen derecho.
Querido Julito: otra característica te habita y en forma indeleble, tu irreductible deseo de vivir en un mundo mejor. En la construcción de ese mundo, definitivamente sos uno de sus obreros más dedicados. Visibilizar lo insoportable de manera digerible y hasta sonreible, es una virtud. Para pesar de algunos y deleite de muchos, es una alegría que tu indignómetro funcione con precisión y sensibilidad.
ResponderEliminarAbrazos miles
José y Vivi