Dicen los que saben que sirve para revestimiento, que si hay mucha humedad se dobla, que adorna ambientes cálidos o, mejor aún, que le da calidez a los espacios con poca personalidad.
Si uno se pone a investigar descubre que los hay de distintos tipos. Unos tienen nombres insólitos, como Elliottii o Taeda o Virapita o Timbó o Viraro. Nombres que excitan la imaginación de cualquier literato fumado. Otros, forman parte de las cosas que se llaman, simplemente, Brasil, Paraná o Impregnado. Como llamarse María o Pedro.
Cuentan que luego de que el huracán Katrina (un fenómeno K en los Iunated Esteit, diría Mauricio) arrasara New Orleans, se llevaron lo mejor del stock nacional y que, por lo tanto, el machimbre en estos pagos se dobla más de lo habitual.
En fin, que cada vez que recuerdo el paisaje de El Bolsón o de Villa La Angostura, se me frunce la ideología. Y entonces me pregunto hasta qué límites puede llegar nuestra generosidad como país.
La Argentina ha patentado un nuevo tipo de pino. La variedad Solanas debe haber sido sometida a una forma intensiva de humedad. Otrora sólido material de construcción para viviendas populares, hoy predica aleaciones con elementos místicos, abjura de posiciones estatizantes y proclama que el peor monopolio es el estatal. Es utilizable para elaborar disfraces y, como tal, oculta su rostro verdadero.
Una lástima, porque su tono rosáceo a veces confunde.
El pino es madera blanda, con exceso de resina, capaz de desafilar el serrucho más pulsudo, se pudre fácilmente en el exterior, etc., y todo eso porque crece muy rápido. El pino verdaderamente bueno es el Oregón, que aquí se conocía como pino tea porque ardía fácilmente.
ResponderEliminarLas maderas buenas son las de crecimiento lento. Mientras siga Pino y no pase a Viraró, Solanas seguirá siendo un payaso.
Excelente lo "De madera".
ResponderEliminarFelicitaciones por el blog.
Héctor Eduardo Garófoli