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miércoles, 25 de febrero de 2015

Ojo al piojo

"Casi siempre es cuestión de sombras con las máscaras"
Luisa Valenzuela, "Diario de máscaras" (Capital Intelectual, 2014)

"André Malraux la llamó "capital de un imperio que nunca existió...""
Juan José Sebreli, "Buenos Aires, ciudad en crisis" (Sudamericana, 2003)


Se llama Tomás Acha y cuando tenía cinco o seis años vio nacer una cucaracha. Blanca como la pureza de una golosina de algodón. Fue en un parque en el atardecer primaveral del setiembre mendocino. Lo deslumbró la metamorfosis del pigmento porque le puso en entredicho a los colores convencionales del bicho, esos que había visto en revistas y en vivo y directo y le abrieron los ojos a un mundo fascinante y desconocido.
Es el caso más concreto que conozco de determinismo histórico. O vocación temprana, precoz. Tommy, así le decíamos sus amigos del barrio, hoy es entomólogo, conoce de insectos. Se casó con una prima hermana muy bella. O sea que también conoce de incestos. Se divorció y en la actualidad vive en pareja con Serapio Hoso, hijo de japonés y madre huarpe. En su juventud fue guardaespaldas de un dirigente sindical que hoy posee una flota de camiones, una fábrica de juguetes de plástico y cinco restoranes en centros turísticos. O sea, también conoce de infectos. Pero ya no le llaman Tommy, ahora es Kukar. Maldades de sus compañeros de la universidad. El Kukar Acha. Él me enseñó todo lo poco que sé acerca de la vida y obra de esos animalitos
Son neópteros, me cuenta, no vuelan y se instalan en calidad de parásitos en aves y mamíferos (nosotros, por ejemplo). Los científicos del rubro afirman que existen 3.250 especies, pero mi amigo Kukar ha estudiado una más.
Él descubrió que la que habita gallineros, corrales, casas de cambio, fiscalías federales, juzgados de alta gama, empresas y negocios de importación y exportación, constituye una subespecie muy particular. Estos piojos tienen nariz y ojitos. La especificidad radica en que no ven más allá de sus narices que, por otra parte, suelen ser respingadas, muy cortas. Como no han desarrollado la capacidad de memorizar suelen usar sus seis patas con forma de garfios para recorrer los mismos pasos de ayer y anteayer. Se los encuentra en peluquerías recoletas de señoras y señores, en oficinas con aire acondicionado y vista al río, en los ruleros que hacen cola en supermercados y entre las copas y servilletas de pubs pseudoirlandeses. En definitiva, son insectos muy urbanos.
Pero lo que Kukar descubrió y describió como más significativo y que distingue a estos piojos del resto de las especies hasta ahora conocidas y estudiadas es que los nuestros resucitan. Sí, así como lo leen y lo oyen.
En ciclos de 10 ó 12 años les sucede una catástrofe. Como se creen libélulas y colibríes intentan volar, pero ya dijimos que no tienen alas. Los pisan, los fumigan, los envenenan y nada. Al poco tiempo vuelven, con las mismas ínfulas, con los mismos ruleros y con el mismo sueño rastrero y la renovada intensidad de su daño.

jueves, 19 de febrero de 2015

Supernisman

Si hoy le preguntás a la señora del paraguas azul por quién va a votar en octubre, ella dirá Nisman.
Si hoy le preguntás al señor candidato qué hará con la Asignación Universal por Hijo, él responderá Nisman.
Si le preguntás por Aerolíneas Argentina él insistirá, Nisman.
Si el asunto es la movilidad jubilatoria, Nisman.
Si se te ocurre pedirle precisiones respecto del Fútbol para Todos, el relator será el cuñado de Nisman (con Tinelli, claro).
Cuando quieras saber qué hará con los ferrocarriles, Nisman.
Las relaciones internacionales las manejará el canciller Nisman.
La DAIA y la AMIA cambiarán sus nombres, ahora serán Nisman I y Nisman II.
YPF pasará a llamarse YPN.
El calendario gratuito de vacunas lo manejará Nisman.
La puerta de nuestras embajadas en Israel y Estados Unidos lucirá un busto con la cabeza de Nisman. Para las restantes se propone colocar una placa Nisman y se llamará a Campanella y a Nik para que filmen y dibujen en su homenaje.
Todas las 1800 escuelas que fueron inauguradas en esta década se llamarán Nisman más su número respectivo.
El plan de construcción de viviendas será denominado PROCRENISMAN.
Los científicos repatriados deberán rendir un examen acerca de las virtudes éticas y profesionales de Nisman.
El satélite geoestacionario argentino mutará su nombre de ARSAT I a NISMAN INMORTAL.
La ceremonia ritual de la circuncisión la harán, a partir del 11 de diciembre de 2015, la mamá y las hijas de Nisman.
Las universidades públicas también se llamarán Nisman. Y, ya que estamos, las de curro privado, también.
Cada 5 de diciembre, día de su nacimiento, será feriado nacional. El 18 de enero, fecha de su deceso, no porque es temporada alta y hay que facturar.
Si preguntamos a los candidatos opositores cuál será su prioridad en el caso ficcional de que sean gobernantes, todos, al unísono y con caras conmovidas, responderán Nisman.
El diario Clarín se rebautizará Nismín. La Nación, Nismitre y Perfil, esperará instrucciones de los dos anteriores, pero es muy posible que acepte llamarse Fontenisman.
Eso sí, TN seguirá siendo TN, Todo Nisman.
El sionismo pasará a conocerse como sionisman.
El psicoanálisis dejará de ser lacaniano, jungiano o freudiano. A partir de hoy será sólo nismaniano.
Lo mismo le sucederá al existencialismo sartreano o heideggeriano, será nismaniano o no será. El Dasein será Danisman.
A las plazas, avenidas, calles, teatros y negocios que se llaman San Martín se les agregará "y Nisman" para que parezcan una misma persona. Como López y Planes, Guido y Spano o el futbolista Moreno y Fabianesi.

Ayer por la tarde, 18 de febrero, los trabajadores que están levantando un edificio en la esquina de casa seguían laburando. La construcción avanza, pero la muchachada no afloja.

lunes, 9 de febrero de 2015

Perlita

 "Pero cómo serán mis despertares"
 Chabuca Granda


Tomó posesión del sitio con una naturalidad inquietante. Como si ese hubiese sido su lugar en el mundo desde siempre. Envuelta en una especie de tul granizado que la protegía de cualquier peligro comenzó a bailar sin importarle mi existencia y sus alrededores. Con el correr de los días empecé a entenderla. O eso creí. Su comportamiento errático y caprichoso planteó los primeros conflictos entre nosotros. Cuando me veía con un libro se interponía entre las letras y mi visión. Danzaba alocadamente y ensuciaba cualquier posibilidad de que  pudiese concentrarme en la lectura. Si la vejiga me despertaba en la madrugada ella protestaba por haber perturbado su descanso nocturno y no me era fácil cumplir con mi necesidad. Al rato, ya dormíamos juntos otra vez, abrazados a la noche, cada uno soñando cosas distintas. Yo, imaginando  el milagro de despertar y no verla más. Ella no sé, pero si me dejo llevar por lo que sucede en cada amanecer debo creer que ocupa su sueños en planificar nuevos modos de mortificarme.
Hace ostentación de su poderío, ocupa todo el espacio posible, demuestra una vitalidad envidiable para alguien como yo que apenas tiene fuerzas para encarar la ducha matinal, el desayuno de siempre y cuando voy a buscar el libro mío de cada día caigo en su trampa. Porque ya es suficiente con la mugre de los buitres globales, los periodistas mendaces, los funcionarios judiciales encubridores, los políticos mediocres y sus operaciones de cabotaje, los empresarios del ombligo fácil y los policías corruptos como para tener que ver sucia la vida gracias a su perversa manera de apoderarse de mí.
Quiero ser claro. Tan claro como esa mañana de lunes en la que el Lácar mostraba sus mejores brillos y, de a poco, una arañita y millones de puntitos negros fueron invadiendo mi único ojo útil, el izquierdo (como ves, querida lectora, la anatomía y la ideología se confabulan para guiarme en la vida una vez más). Pensé que era pasajero, pero la pasajera se fue transformando en inquilina y tuve que tomarla en serio.
En nuestro país el tema de la identidad es un asunto serio. Así que le puse un nombre ya que mis amigos del café, los cómplices de indignaciones varias, esperanzas renovadas y literaturas vitales dicen que no puedo compartir mis días con alguien sin nombre. Le llamo Perlita porque cuando se presentó estaba leyendo "Letargo"(Edhasa, 2014), la muy buena novela de la cordobesa Perla Suez.
Perlita es hincha del Globo, de Huracán de Parque Patricios, porque dice que si ella vive en un globo, el ocular, le parece lógico que aliente a su congénere. Es razonable. Quizá lo único razonable de esta historia.
En fin y para no cansarte, lectora preciosa, que Perlita me tiene podrido. Quiero, necesito volver a zambullirme en mi biblioteca, perfumar mis ojos con las bellezas de las muchachas estivales y tener bien abiertos los ojos ante tanto garca que intenta, sin respiro, someter nuestro futuro.