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lunes, 23 de octubre de 2017

Elecciones con banana

Ganaron.
Ganaron los asesinos de Santiago Maldonado. Ganó Patricia Bullrich. Los Bullrich. Ganó Pablo Noceti y Barberis también. Ganó Domingo Cavallo. Paul Singer también ganó. Viene ganando hace rato. Ganó Pichetto con Bossio y Abal Medina. Ganó Mirtha Legrand con Jorge Lanata. Ganaron los Leuco con Susana Giménez y Baby Echecopar. Ganó Cecilia Pando y el psiquiatra de Carrió. ¡Ganó Carrió y cómo! Ganaron Benetton y Lewis en el Lago bien Escondido. Ganó Shell y la concha de la madre de Aranguren. Ganó la Gendarmería y sus muchachos. Ganó el oro en Londres y las Malvinas pueden esperar. Ganaron los laboratorios y Farmacity. Ganó monseñor Aguer. Ganó el FMI y la vecina que putea a la jubilación de las amas de casa (y no invento nada). Ganó Coto, su arsenal de armas y de precios. Ganó La Anónima y sus nepotes. Ganaron los Caputo y Calcaterra. Ganó Tinelli con sus ratings enroscados en los caños, los culos y las tetas. Ganaron los bolsos de López y sus socios de la Cámara Argentina de la Construcción. Ganaron los papeles de Panamá. Ganó Carlitos Tévez, el desclasado jugador del pueblo. Ganó Niembro abrazado con Luis Barrionuevo. Ganó Hugo Moyano y sus camiones. Ganó el triunvirato empresarial cegetista. Ganaron Bonadio, Ercolini y Marijuán. Ganó Otranto. Ganó Urtubey aunque haya perdido. Ganaron los genocidas presos. Ganó la deuda eterna. Ganaron los Bancos y la banca. Ganó la Barrick. Ganó Magnetto y el espíritu majuliano del periodismo. Ganó el peornismo mendocino. Ganó el Ítem Aula. Ganó la yuta y ganó el paco. Ganó Nisman, sus gusanos admirados por Alonso. Ganó La patria es el Odio. Ganó la Sube es mía, mía, mía. Ganó Arroyo Salgado junto con Stiuso. Ganó la censura. Ganaron Gabriela Figueroa, sus genuflexos periodistas y el director de Nacional Córdoba. Ganaron los socialistas de Macri y los Libres del Sur de Cornejo. Ganó Gareca disfrazado de guerrillero y Frías con su kiosco progre. Ganó Christian Sanz y Ernesto Sanz. Ganó el excomunero Conte y su bunker en MDZ. Ganaron los Terranova el raly comunicacional. Ganaron los que rajaron a Navarro. Ganaron también el Chino Navarro y Emilio Pérsico. Ganó Stolbizer, como siempre. Ganaron las sojeras y los sojetes. Ganó la Sociedad Rural Argentina. Ganó Uber y ganó Radio 3.
"El electorado está compuesto por simios con sueños racionales que se movilizan emocionalmente", escribió Jaime Durán Barba. Pasame una banana.

domingo, 24 de septiembre de 2017

Razones para

Ante la lluvia de inquietudes, consultas y caras de preocupación sentí, siento, la necesidad de salir al ruedo y responder. Bah, tampoco es una lluvia de esas torrenciales y persistentes. En realidad, se trata de un grupúsculo de amigos y conocidos que me llamaron por teléfono o me escribieron un mail o me hicieron un chat chat en la colita.
Dudé si sí o si no. Por suerte pude preguntarle a Eva Cuaré, pitonisa guaraní con domicilio profesional habilitado a la vuelta de mi casa. Me dijo: "Evacúe, m'hijo, evacúe. Siempre es más sano evacuar". Entonces, ahí voy.
Se va a desarrollar la nueva edición de la Feria del Libro local entre el 29 de setiembre y el 15 de octubre próximos. Algunos de mis consultantes me buscaron en el Programa Oficial y como no figuro ni entre los encargados de la limpieza de los sanitarios se preocuparon.
Mendoza recibirá, entre otros, a Liliana Bodoc, Rep, Rodolfo Braceli, Luis Vilchez, de San Luis, Esther Soto, Liliana Vitale, Verónica Condomí, Juan Sasturain, Fernanda García Lao, Guillermo Saccomanno, Reynaldo Sietecase y los créditos autóctonos Luis Villalba, Pablo Gullo, José Luis Menéndez, Julio Semmoloni y siguen las firmas.
A todos los conozco y con algunos hemos construido una sólida complicidad vital. Pero no desde los libros. Explico.
Es que durante años nos hemos presentado, siempre en equipo, a distintas versiones del "Certamen Internacional para elegir al Mejor Catador Profesional de Garrapiñadas". Y siempre, de manera inexorable, hemos perdido con todo éxito a manos del mismo personaje: Pánfilo Ircam. Hasta que el Jurado Supremo decretó, sin necesidad ni urgencia, que Pánfilo ya adquirió la supremacía in aeternum. De ahí, de esas experiencias frustrantes los conozco. Las otras versiones son erradas o maliciosas. Que sean ellas y ellos escritores es acaso una de esas coincidencias con que se sazona la vida. Nada más.
Supongo que eso nos unió más. Ya se sabe, la derrota suele acercar a los corazones heridos, pero buenos. De ahí el error de mis consultantes. Yo no tengo nada que ver con la literatura, los libros y el mundo de las, llamadas, ideas. Vincularme a mí con los intelectuales y poetas es una idea, precisamente, equivocada.
Mis casi cuarenta años de trayectoria periodística se han enfocado, como ustedes saben, a profundizar en un tema crucial para nuestra vida: "La historia y evolución de la práctica del canotaje en el Canal Cacique Guaymallén". Con subtemas que se me fueron presentando a lo largo y lo ancho de este derrotero. Qué sé yo. La fauna y la flora del cauce, los distintos tipos de cemento que se han ido utilizando en cada remiendo de sus paredes, la estadística de suicidios y accidentes de tránsito que terminaron entre sus aguas marrones. Cosas así, trascendentales, tristes e identitarias.
Como les dije, no tengo nada que ver con los libros. Para mí son sólo objetos contundentes. Y los uso como tales Ya me pasó. Les cuento. Un sábado a la mañana, a eso de las once, estábamos en el café de siempre. En la mesa vecina se sentaron tres ladies de permanente, anillos brillantes y ruleros internos. Tres personajes de la fauna media clasemediera. No pasó ni un minuto para que comenzáramos a escuchar: "Se robó todo", "Negros, vagos y mapuches","Mandó a matar al fiscal" y otros piropos así. Yo tenía en mis manos el libro del Roly Giménez sobre la historia del rock mendocino. Y le di la utilidad colateral que tiene. En un gesto que simuló ser un accidente se lo arrojé a una de las damas que recibió el ladrillazo a la altura del pómulo izquierdo. No tuvo consecuencias mayores, pero creo que entendieron el mensaje. Pagaron lo no consumido y partieron con rumbo desconocido. Raúl, el mozo amigo, me guiñó el ojo y la tertulia retomó su cauce. Desde hace unos días el decreto del Coso provincial amenaza con encanar a quien ostente elementos contundentes en la vía pública. Tendré mucho cuidado y veré qué hago con la nueva novela de Auster o los "Cuentos reunidos", de Sasturain o "2666", de Bolaño. No son fáciles de esconder en el sobaco.
Sí, ya sé, me fui al caraxus. Por último, quiero decir que los organizadores del show de las letras tienen razones valederas para explicar y justificar que no esté entre las personas y personajes que participarán. De ninguna manera debe entenderse como un caso más de censura.
La Feria será un éxito. Vayan, disfruten y después me cuentan.
Yo seguiré preguntando por Santiago Maldonado, mientras tanto.

martes, 8 de agosto de 2017

Mal

Malhechores, malparidos, malqueridos,
los malditos, los maleducados,
lo maltrataron, lo malhirieron o
lo malmataron, lo malchuparon.
Los malpensados, los malamados,
los maldormidos, la malbebida, el malhablado,
los malsoñados, los malparados,
los malsentados, los malsentidos,
los malpegadores, los malreprimidos represores,
los malcensuradores, los malvivientes de malaespina,
los malpagadores de la malasangre.
A ellos les maldonamos el poder por un maltrago y
los malandrines lo malusan, tan mal.

miércoles, 19 de julio de 2017

Un elogio

No tiene firma, pero no parece anónimo. Es digital, pero parece medieval. Está lleno de condicionales, pero ya se les ha hecho costumbre. Se les habría hecho costumbre.
Dicen, escriben, que el aludido tiene un "problemita" y que sus compañeros y seguidores estarían, otra vez el condicional, infaltable, preocupados. Basta de suspenso.
El afectado es Juan Jofré. Juani es el primer precandidato a diputado nacional mendocino en la lista de Unidad Ciudadana, el Frente que encabeza Cristina en el orden nacional. Y sí, Juani tiene, o tendría, un problema. De todos los competidores que ocupan un lugar similar en las otras listas él es al único que se lo han detectado.
Dice el pasquín digital MDZ que Juani se emociona mucho cada vez que alguien, una mujer sin empleo o un trabajador que muestra sus manos temblorosas con la factura del gas que flamea dolor e impotencia o un pibe que le cuenta que los milicos lo manosean por portación de cara o un jubilado que derrama penurias, entonces el Juani los abraza y llora y sufre con cada uno y les da calor humano y los y las alienta a no bajar los sueños, a seguir caminando por mejores tiempos, por mejores vientos.
Y el problemita para estos alacranes del periodismo es que el Juani no es un político como los de ellos. No se pone a mayor nivel ni a más altura que el prójimo. El Juani y sus compañeras y compañeros no llevan un banquito, no se suben a una tarima para escuchar al Otro y, desde allí, cantarles la precisa.
Entonces, doble elogio. Porque el Juani es distinto a ellos, savia nueva que surge del país profundo, con sensibilidad compañera y, creo que esto se les escapó o el inconsciente les hizo una zancadilla, dicen, reconocen, que es el "candidato de Cristina en Mendoza" y despejan así trampas de marketing de quienes pretenden confundir una foto con las convicciones que trasmiten un abrazo y la emoción sin maquillaje.

sábado, 8 de julio de 2017

Cuando

Cuando encender la luz, abrir una canilla y prender una estufa vuelvan a ser gestos cotidianos y no un viaje hacia el territorio de la incertidumbre.
Cuando la bicicleta sea otra vez un medio de desplazamiento físico y no un sillón para burócratas o el modo de reproducir billetes.
Cuando una carrera científica no termine más en un tacho de basura o en un mullido laboratorio anglosajón.
Cuando una jubilada salga de la farmacia con su medicamento y no con una arruga más en la frente.
Cuando una mujer pobre pueda abortar de manera legal, segura y gratuita en un hospital público y no en la carnicería del barrio, escondida y entre ratas, moscas y avergonzada.
Cuando un decreto vuelva a ser una invitación al festejo y no un misil a la línea de flotación de los humildes.
Cuando ingresar a la escuela pública sea un ascenso y no una caída.
Cuando el trabajo sea un organizador de la vida familiar y no una utopía perdida.
Cuando el ombligo recupere su condición de cicatriz del origen en lugar de jugar a ser cúspide de la montaña de los valores.
Cuando la política sea un cursus honorum y no un gerenciamiento corporativo.
Cuando no sea un milagro la libertad de ella.
Cuando Alí Babá y los 40 ladrones dejen la Casa de Gobierno y regresen al libro que los hizo célebres hace mil y una noches.
Cuando Bullrich sea sólo un patio, lo tomemos y hagamos un parque ecológico con peces rojos y globos aerostáticos multicolores, menos uno.
Cuando digamos Paco y nos venga a la memoria Ibáñez y sus cantos o Porrúa y sus ediciones y deje de ser el mutilador de cerebros de nuestros pibes pobres.
Cuando un banco sea un mueble para apoyar el culo en una plaza mientras nos besamos y no la casa madre de las estafas.
Entonces, cuando nuestros muertos nos manden que cantemos, como dice Mario, cuando empecemos a reconstruir el nido celeste y blanco de este territorio mestizo, cuando ya no quede más tiempo para lamentos y llegue la luz del trabajo consciente y fecundo, nos tomaremos de las manos y antes del primer ladrillo recordaremos los versos mareados de Cadícamo: "Y, sin embargo, ¡ay!, mirá lo que quedó".

martes, 18 de abril de 2017

Residuos

"La cultura de Mendoza tiene presencia de kirchnerismo residual". En un reciente reportaje en MDZ, diario digital mendocino del Grupo Terranova, barrabrava mediático del macrismo nacional y el norradicalismo local, esas fueron algunas de las declaraciones del Señor Secretario de Cultura provincial, Diego Gareca.
La fotografía que ilustra la nota muestra el dedo índice de la mano izquierda del Señor Secretario entrando o saliendo (la imagen fija, por definición, no nos permite describir el descenso o el ascenso de su miembro superior) del orifico del mismo lado de la nariz del funcionario. Qué buscaba el Señor Secretario en sus profundidades nasales es una incógnita muy difícil de despejar. Y que, tal vez, sea mejor no descubrir.
El mataburros de nuestro idioma dice que el residuo es una "materia inservible que resulta de la descomposición o destrucción de una cosa". Podría asegurar que el Señor Secretario no consultó al diccionario antes de prestarse a la inquietud periodística. Porque el adn ideológico le sale por los poros sin necesidad de elucubraciones especiales, ni lingüísticas ni filosóficas.
¿Habrá preparado el tacho de la basura el Señor Secretario? ¿Sabrá a qué hora pasa el camión recolector de residuos por la puerta de su Secretaría el Señor Secretario?
Desde hace no mucho tiempo la tecnología ha logrado desarrollar procedimientos que permiten reciclar distintos tipos de residuos. Quizás el Señor Secretario sepa de alguno que sirva para reciclar eso que él llama kirchnerismo residual. Y tal vez pretenda reciclarnos siguiendo los ejemplos paradigmáticos de tanto Urtubey, Pichetto, Abal Medina y el nutrido pelotón de conspicuos dirigentes locales.
El Señor Secretario vestía indumentaria izquierdista. Construyó su derrotero triunfal con la imagen del Che en sus remeras, usaba boina de miliciano cubano y debe poseer una magnífica colección de fotografías acompañado de artistas populares. Daniel Viglietti, Juan Gelman, Teresa Parodi, Liliana Herrero, Raly Barrionuevo y algunos más, varios de ellos de la categoría de residuales, según su muy democrática tipificación. Eran tiempos en los que el Señor Secretario no era Señor Secretario y su fachada enmascaraba a esto que hace hoy. Fachadas.

martes, 11 de abril de 2017

Inhabilitado

En una sencilla, pero tocante decisión, como dice cierta prensa del corazón partío, esta mañana cuando despuntaba el sol mendocino de este once de abril del año del señor de los cristianos de dos mil diecisiete me notifico de que el Padre Facebook ha decidido inhabilitar mi cuenta.
Es una muestra más de la nueva Argentina surgida a finales del dos mil quince. Y, por supuesto, no es lo más grave de lo que pasa. Que cientos de miles se queden sin laburo es mucho más preocupante de que yo me quede sin acceso a una red social.
Anoche tuve el triste honor de ver vomitar bilis de cinismo a Hernán Lombardi, el titular de Medios Públicos del gobierno infectado de mercaderes del templo. No alcancé a comentar su participación televisiva en debate con Martín Sabbatella, el extitular de la AFSCA. No hizo falta. Apenas alcance a bloquear a un excompañero de tareas en Radio Nacional Mendoza, un rara avis acusado de pornógrafo y otras beatíficas cualidades de larga data. Pero no importa.
Lo que sí me importa por sobre cualquier censura personal es que hoy hay paro nacional de docentes por la salvajada represiva de los que venían a unir a los argentinos, a dignificar el respeto a la ley y la institucionalidad, a sostener y mejorar la educación pública y bla bla bla.
En Mendoza, gran parte de los docentes no adhieren. Si no paran en defensa de su salario menos cabe esperar que paren porque le peguen, repriman o encarcelen a otro. Para esa gente la patria es su Ombligo, el paisaje preferido es el espejo del baño de su casa y aman las películas de miedo, mientras que juegan al Yo Yo después de la siesta, el momento sagrado de su jornada.
Mientras tanto sigo habilitado para recuperar libertades, para soñar despierto, para militar por otros medios como he hecho durante más de cincuenta años.
Y, por supuesto, haré lo posible por recuperar mi derecho a decir y escribir lo que siento y pienso. En Facebook o donde sea.

jueves, 6 de abril de 2017

Con los loros, no

Puedo discutir, debatir, polemizar o intercambiar opiniones contradictorias con personas conocidas o no. A propósito de este último caso, cómo se amplía el universo cuando se milita en las redes sociales. Y lo dice este veterano que se sumó hace diez minutos biológicos al chiche. Sigo.
No sólo puedo enfrascarme en una discusión intersubjetiva. Me hace bien, me mantiene las neuronas en actividad, me obliga a pensar y repensar, a buscar en mi disco rígido las lecturas del pasado, las vivencias enriquecedoras, esas que por vitales no tienen nada que ver con cuentas bancarias ni cálculos especulativos. En fin, frente a un café y sus respectivas medialunas o frente a la computadora y sus respectivas interferencias del servidor, la polémica es un ejercicio maravilloso. Lo único que pido es que enfrente haya un ser humano con buena leche. No me importa si es de izquierdas o de derechas, si es creyente, agnóstico o ateo como yo, si goza con las travesuras futbolísticas de Tévez o ama el buen fútbol de la escuela riverplatense como yo. Me basta con mirarlo a los ojos o imaginar que mientras teclea en su PC no está tratando de joderme la vida sino de aportarme argumentos que cree sólidos y buenos.
Pero si en el camino de la vida me encuentro con alguien que enarbola las sinrazones del negacionismo, si se sube a las consignas de la mentira mediática ininterrumpida, si me insulta por mi forma de pensar y sentir, si en lugar de argumentar grita, si titula, pero no desarrolla, si para él o ella es lo mismo Carlos Menem que Cristina Fernández, si cree y piensa que a las mujeres les encanta abortar después de ser violadas, si están convencidas de que hubo una guerra sucia y no terrorismo de Estado. Si me encuentro con repetidores seriales de zócalos televisivos no sigo.
Porque si debato, discuto, polemizo con loros el boludo soy yo, no ellos.

lunes, 20 de marzo de 2017

Tarupitambiota

La vicepresidenta argentina, Gabriela Michetti, ha dicho que sería bueno que se suspendan las elecciones de medio término, las que renuevan parcialmente el Congreso Nacional.
La reacción que produjo su exabrupto ha sacudido la tumba de Montesquieu, pero a mí me trajo a la memoria una travesura infantil. O de la preadolescencia.
Cuando se nos presentaba un personaje que mezclaba buenas dosis de ignorancia, soberbia y hasta cierta ingenuidad se le decía opa, si la ignorancia predominaba, o tarado, estúpido, imbécil e idiota. Yo todavía no había confirmado mi vocación periodística, pero ya tenía alguna predilección por la síntesis. Y sí, desde muy chico me devoraba cuanto libro quedaba a mi alcance. Y los que no quedaban a mi alcance también. Aprendí en esa época a jugar con las palabras. Otros preferían las figuritas, las bolitas y las piernas femeninas (en este último caso me prendía también. Virtud estética que me dura).
Así nació ese neologismo. Tarupitambiota, esa mezcla, esa síntesis entre tarado, estúpido, imbécil e idiota. Me parece que a esta mujer el diagnóstico le cae justo. Además, era y sigue siendo un adjetivo sintético, nuevo y unisex. Pero también me parece que bien vale profundizar un poco más en el asunto.
Michetti me hizo acordar a esas criaturas que repiten en público lo que escucharon en la casa. Los comentarios familiares en el almuerzo, el pensamiento de papá y mamá respecto de los proyectos hogareños para el futuro y sacadas de cuero varias mientras tomamos el cafecito de la sobremesa. Por ejemplo, la novia que presentó la sobrina de la Choli, la vecina del 5° C.
Tengo la impresión de que debe haber sentido esa propuesta de boca de alguno de los mequetrefes gubernamentales mientras el encuestador contratado les acercaba los últimos datos de cara a los comicios de octubre.
Y con la impune tarupitambiotez que la caracteriza salió a repartirlo "urbi et orbi". Ellos lo piensan, ella lo dice. Anda floja de Superyó.

jueves, 16 de marzo de 2017

Teoría del rehén

No hay un mundo feliz. No existe. O sí, pero sólo como novela. Aquella obra del escritor británico Aldous Huxley publicada en 1932 plantea, con la ya tradicional flema inglesa, la imposibilidad de una sociedad sin conflictos.
Traigo a colación este clásico literario universal porque las aguas de nuestros días turbulentos se agitan cada vez con más ímpetu mientras desde las alturas del Poder nos machacan frases con la intención de que vivamos una eterna telenovela.
El conflicto se plantea alrededor del concepto de conflicto, precisamente. Es que no hay sociedad que no tenga conflictos. Es más, no se avanza sin conflictos, como me dijo un hoy funcionario provincial radical macrista cuando todavía la jugaba de progresista, hace mil años. Son imprescindibles para crecer, para ser mejores siempre y cuando se resuelvan a favor de la vida. El divorcio vincular, el fin de la esclavitud, el voto femenino y miles de ejemplos más fueron avances que se consiguieron gracias a los conflictos planteados.
A raíz del deterioro vertiginoso y feroz que padecemos desde fines de 2015 se suceden y acumulan los reclamos. Sin embargo, la propuesta desde los gobiernos provinciales y el nacional es enfrentar a los reclamantes con el resto de la sociedad. El argumento central que esgrimen gira alrededor de la Teoría del Rehén.
Los docentes del país se movilizan para que Macri y sus secuaces cumplan con la ley. Ni más ni menos. Se declaran en huelga y entonces los rehenes, dicen las autoridades, serían los alumnos y sus padres.
Si la huelga la declaran médicos y enfermeros los rehenes serían los pacientes.
Si el paro lo impulsan los bancarios seríamos rehenes los clientes, nuestras cuentas, nuestras deudas y nuestras caras de culo ante el cajero automático.. En realidad, ahora que lo pienso, somos siempre sus rehenes. Con paro o no.
Si paran los trabajadores de los medios de transporte seríamos los pasajeros.
Si protestan los carniceros las víctimas serán los asadores de los domingos. Esto ya suena a un ejemplo nostalgioso.
Si la huelga la declaran los panaderos nosotros, los gorditos asumidos, vendríamos a ser sus rehenes.
Y si un día los sepultureros abandonan su tarea excavatoria por tiempo indeterminado los cadáveres quedaremos como rehenes de la intemperie eterna.
No hay caso. La vida novelesca, edulcorada y florecida, es sólo posible en la ficción. Y ni siquiera, me parece, después de leer a Huxley.
Pero la paradoja esencial se producirá el día en  que haya paro nacional general. Porque, más temprano que tarde, ese día llegará. De la mano de Manuelita, la tortuga de Pehuajó, pero llegará. Y entonces seremos todos rehenes de nosotros mismos.

jueves, 16 de febrero de 2017

Anoche nos robaron

La banda que cometió el hecho viene merodeando el barrio desde hace varios meses. Nosotros, mi mujer y yo, nos dimos cuenta y quisimos advertirle a los vecinos. Somos los más veteranos y ya soportamos episodios así en otras épocas. Pero ellos que no, que sólo queríamos meterles miedo, que los nuevos (así les llaman, los nuevos) se reunían en la casa más linda para proponernos algunas mejoras, que eran gente de apellido, que hasta el verdulero les fiaba.
La cuestión es que anoche entraron. Sin armas de fuego ni armas blancas. Apenas, y como una señal que los identificaba, ellos y ellas usaban un guante níveo en la mano derecha, de esos largos que llegan casi hasta el codo y cada uno tenía un cepillo de dientes en la boca de una marca conocida (tres letras), circunstancia que dificultaba entenderles cada vez que, con soberbia y prepotencia, nos intimaban a darles todo.
Yo estaba viendo televisión, una de espías truchos. Mientras trataba de discernir si era una comedia o un mal thriller y Celia masticaba su bronca con un trabajo que se le escapaba como arena entre los dedos, entraron.
Revisaron todo. Como en la mala película que estaba viendo (era en el Canal "Volver") dieron vuelta los colchones, desparramaron los cajones, buscaron detrás de los libros y las carpetas y hasta abrieron la heladera para encontrar lo que buscaban.
Para nuestra sorpresa sólo se tranquilizaron cuando uno de ellos les mostró, con cara triunfal, un papel. Lo hallaron en uno de los cajones largos de la cómoda del dormitorio, allí donde guardamos facturas pagadas y bonos de sueldo (¡oh! aquellas épocas en las que percibíamos sueldos). El que asumía la jefatura del afano enarboló el trofeo: el bono de mi jubilación, la mínima, la que, bajo el nombre de Retiro por Discapacidad, me permite el lujo de juntarme todos los sábados a la mañana con la barra del café y poco, poquito más.
El tipo me miró fijo y determinó que, según consta en el papel, yo estoy "sobreestimado". Quizá tenga razón, pero esa sobreestimación no me alcanza para comprar algunos remedios que mi cuerpo cansado necesita para sobrevivir ante el desgaste natural.
Lo que no termino de entender es la pasividad del vecindario. Ya se enteraron del raíd afanatorio y siguen viendo la novela de la tarde como si nada.