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martes, 29 de marzo de 2011

El huevo de la serpiente

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sábado, 26 de marzo de 2011

Nosotros, los fantasmas

 Diario Los Andes, de Mendoza, Suplemento Cultura, edición del sábado 26 de marzo de 2011. El artículo, a cinco columnas, se titula "Con Galeano, en el camino". Lo firma la colega Mariana Guzzante. Se deja leer, está bien construído, recorre con agilidad y buen gusto la presencia del cuentacuentos uruguayo por estas comarcas.
Arranca con una crónica de la conferencia de prensa con que se dio inicio al contacto de Eduardo con la sociedad mendocina o, lo que no es lo mismo, con los medios.
Desde el fragmento que comienza con "Ahora en un ambiente más íntimo se explaya sobre la legendaria revista Crisis"... hasta el final de la nota tuve la incómoda sensación del dejà vu. Es que, al terminar la reunión con los periodistas, Galeano siguió trabajando. Ese "ambiente más íntimo" al que hace referencia Mariana es, nada más y nada menos, que el set de televisión de la UNCuyo. Allí, justamente, lo estábamos esperando Alejandro Rotta, un principiante en estas lides, y otro periodista que se parece tanto a mí que supongo que soy yo.
De ahí las citas acerca de la mítica revista Crisis, la mención a la definición de utopía made in Fernando Birri, el recuerdo del legado de Simón Rodríguez (luego ampliado durante la ceremonia de entrega del Honoris Causa por la universidad pública local), la patológica adicción por el futbol por parte de él y Helena, su compañera. Claro que Guzzante parece saber tanto de futbol como mi perro Galileo de psicología evolutiva. Le atribuye, Mariana digo, al autor de "Las venas abiertas..." haber´presenciado 164 partidos en un mes, se supone que durante el reciente Campeonato Mundial 2010. Una cuenta simple (hasta   para un peleado con los números como este escriba) da como resultado que Eduardo y Helena vieron más de 5 partidos por día, a razón de dos horas cada uno, incluídos los entretiempos, comentarios y notas anexas. Diez horas. Un verdadero record, capaz de cuadricularle los ojos al más pintado. En realidad, fueron 64, una cifra suficientemente abultada como para autodefinirse de enfermo.
En toda mi trayectoria laboral me han importado tres carajos las exclusividades y las primicias. Prefiero ocuparme de los contenidos y de presentar ese trabajo con un formato atractivo. Y en este caso, también.
Guzzante trabaja en el clarinete huárpido, así como yo alguna vez lo hice en Radio Nihuil. Cada uno trabaja donde puede. Parafraseando a José Martí, "he vivido en el monstruo y le conozco sus entrañas", pero siempre traté de no contagiarme de sus vicios morales y su ideología retrógrada. Ciertas amistades parecen decirme que no traicioné mis convicciones.
A la vejez, o casi, vengo a enterarme de que escribo en Los Andes, a través de un ghost writer, para mejor, con perfume de mujer.
No me sorprende ni me ofende. Si los actuales dueños de ese medio son capaces de apropiarse, presuntamente, de niños, hoy mayorcitos; si son capaces de tergiversar, día a día, la realidad cotidiana cabalgando sobre operaciones perversas, si fueron capaces de ser los portavoces de la feroz dictadura cívico-militar, si se hicieron propietarios de la empresa proveedora de papel para prensa en sesiones de tortura, por qué no se apropiarían del trabajo de dos colegas.
 Ni siquiera era necesario que nos mencionaran a nosotros. Bastaba con decir que la conversación formaba parte del trabajo televisivo de los periodistas de la universidad.
Son los mismos que, ejerciendo la potestad del patrón de estancia, dejan sin trabajo a Pupi Agüero, después de 19 años de vínculo con ese medio, por haber publicado en el suplemento Cultura, del que era editora, una poesía en homenaje a Néstor Kirchner, cuya autoría le pertenece a José Luis Menéndez.
No sé, no me importa, como hizo Mariana para presenciar la grabación de la entrevista de Alejandro y este bloguero con Galeano (que usted puede disfrutar completa en http://www.julio-rudman.blogspot.com/), me hace muy feliz la multiplicación de voces y lectores y, sobre todo, me hace muy feliz compartir mi trabajo con Alejandro y los compañeros de Radio Nacional Mendoza, un medio que no necesita mentir, ni robar notas, ni medir más que otros, sino distinto.

viernes, 25 de marzo de 2011

Una semana luminosa

"La sombra es lo que permite hacer la lectura de la luz"
José Saramago

No fue mágico. Si por magia se entiende lo oculto como método para mostrar lo inverosímil, no fue magia. Sí, como lo maravilloso y estupendo. Tal vez ésta haya sido la más completa semana de la memoria, porque a la catarata de actividades culturales y políticas se le debe sumar que, precisamente, esas actividades tuvieron (tienen todavía) ese condimento de ritmo, color y canto vital que aportan, cada vez más y mejor, los jóvenes.
Pedro Alejandro Sandoval tiene 33 años, vive con Julia, su compañera y es analista de sistemas. Su número favorito es el 84 y representa el infatigable trabajo de Abuelas para recuperar identidades robadas. Pedro viene del horror de haber sido apropiado, viene caminando, marchando con Julia, con el amor como bandera política. Con la política como bandera enamorada. Llegará a nosotros para contarnos, como nos contó en la radio, su viaje desde el horror hacia el amor.
Pero todo comenzó el lunes 21. Ese día concretamos el sueño. El cuentacuentos que escribe sencillo, el uruguayo de todos, él y Helena se llegaron hasta esta tierra para compartir con su gente las palabras, los silencios, los gestos de inmensa ternura y compromiso que atraviesan su vida y su obra.
Dialogó con periodistas, se ufanó de recibir la máxima distinción universitaria en "el país que está a la vanguardia en la defensa de los derechos humanos EN EL MUNDO" (así lo dijo, con mayúsculas). Quizás como un saludable contagio institucional de semejante definición, la justicia de su país le daba las herramientas legales a Macarena Gelman, la nieta del gran Juan, para que accione por sobre la ilegalidad de la llamada ley de caducidad.
Firmó libros por más de dos horas y hubiese tenido que quedarse varias más si se dejaba llevar por el fervor amoroso de sus lectores.
Recibió el Honoris Causa en una ceremonia popular, con canto coral incluído, con los defensores del agua agasajados por él, con un discurso dedicado a rescatar la deuda que tenemos con los "fracasados" de nuestra América. Moreno, Castelli, el inmenso y apabullante ejemplo pedagógico de Simón Rodríguez, el reconocimiento de la revolución haitiana de 1804 como la primera en conquistar las dos libertades: la del dominio colonial francés y la de la esclavitud (así le fue y así le va. Se lo siguen haciendo pagar con hambre y miseria), la increíble lección de desarrollo autónomo de aquel Paraguay que, por la osadía patriótica de habérsele plantado al imperio británico, fue masacrado hasta la última gota de sangre de sus hombres y, por fin, el lúcido y doloroso itinerario vital de José Gervasio Artigas, el impulsor de la primera reforma agraria en este continente, entre otras medidas muy mal vistas por los dueños del puerto de Buenos Aires.
Nos dio una lección de literatura, lectura y ternura militantes ante miles de mendocinos en comunión de sentimientos y pensares, cuando contó sus andanzas por los pueblos del mundo, su preferencia visceral por los humildes, esa adicción (él lo dijo, no yo) por el futbol como un juego, la cosecha de amigos que su siembra humanitaria produjo y la infatigable esperanza porque esta resurrección de Latinoamérica sostenga y profundice el rumbo de integración y justicia.
Todo lo anteescrito es parte de la luz de esta semana. Pero el haz mayor se vivió en la marcha que por las calles de la ciudad tuvo en Eduardo Galeano a un ciudadano más. Él lo quiso así, aunque el cariño que recibió en el transcurso de la caminata hacia el más feroz de los centros clandestinos de detención, el D2, nos mostró, le demostró que los mendocinos no nos cansaremos de agradecerle su coherencia de años, los materiales estéticos, éticos, morales e ideológicos que nos ha nutrido en los años de sombra y en estos de luz en camino. Si parecía una estrella de rock, firmando autógrafos, sacándose fotos, recibiendo abrazos y regalos.
Sin embargo, para los diarios hegemónicos locales no hubo recital. No encuentro la crónica de lo sucedido en La Nave Cultural ante más de 5.000 personas. Ni Los Andes (clarinete huárpido), ni ese medio que se dice UNO, pero no llega a medio, describieron uno de los acontecimientos cívico-culturales más impactantes e históricos de los últimos años en nuestra región. Allá ellos, que creen censurar a Galeano pero le ocultan a sus lectores la realidad real, mientras el primero (el centenario) rompe el vínculo con la editora del suplemento cultural por haber publicado un poema de homenaje a Néstor Kirchner; y el otro (el que no llega a medio) sigue, con pasión digna de mejor causa, la interna radical provincial como si en ello nos fuera la vida.
Al darnos el abrazo de despedida, luego de una noche luminosa de vinos y anécdotas compartidas, Galeano me pidió que siga portándome mal.
Ojalá esté a la altura de sus expectativas.

viernes, 18 de marzo de 2011

Eduardo

Desde la ventana de la habitación del hotel no se veía casi nada. La ciudad estaba envuelta en niebla. Después, por la tarde, nos dijo que era habitual en esa época. Sergio y yo estábamos matando la ansiedad ante una computadora cuando escuchamos que alguien, una voz masculina conocida, preguntaba por nosotros. Era él, puntual, abrigado y amistoso. Montevideo se preparaba para celebrar su 18 de julio y nosotros para celebrar el encuentro.
Casi tres horas de anécdotas, intercambio de opiniones y deseos de buena vida para todos. ¿Qué más podíamos pedirle? Nos sacamos fotos, nos firmó libros, le di el mío y al momento del abrazo de despedida, la esperanza mutua de que el próximo sería en Mendoza. La magra descripción que intento ocurrió el 18 de julio de 2009, pero su presencia en nuestras vidas viene de antes. De mucho antes. Aquella tarde de café y cerveza nació este jolgorio de inteligencia y sensibilidad, de relatos y metáforas, de memoria y palabras que nos regala cada vez que su voz nos abriga.
Cuando las nubes negras de la historia reciente estaban cargadas de uniformes, sotanas y ejecutivos manchados con la sangre de los caídos, él nos daba sol; cuando el silencio fue sinónimo de muerte, él nos llenó el cuenco de nuestro existir cotidiano con sus palabras de vida; cuando la metralla y los negocios se hicieron socios, él nos convidó al silencio necesario; cuando celebraban los genocidios primeros, él nos enseñó de dónde veníamos; cuando se nos cayeron las coordenadas de la utopía, él nos acompañó a perseguir el horizonte; cuando quisieron prohibirnos jugar, él nos convirtió en niños. Descubrimos América y sus venas y aprendimos a amarla con sus lluvias, sus mesetas, sus minerales y, sobre todo, con sus seres alados, sus mujeres ubérrimas y sus mártires ejemplificadores. Los nadies, los fueguitos, como les llama, como nos llama.
Eduardo Galeano llega por primera vez a Mendoza. Viene con Helena y sus sueños inspiradores. Pero no se irá más. Se nos quedará y nosotros, cuando él crea que está volando hacia el paisito de Artigas, lo seguiremos viendo, leyendo, sonriendo y abrazando. Como aquella promesa cumplida de que el próximo será aquí, en este rincón del oeste del sur, como dice mi hermano Ernesto.

viernes, 4 de marzo de 2011

No me tenebra

"Vargas Llosa me tiene las bolas llenas"
José Pablo Feinmann



Firmé. Mario Goloboff me envió una declaración de repudio a la decisión de los organizadores de la Feria del Libro de Buenos Aires para que Mario Vargas Llosa diera la conferencia inaugural. Y firmé. Aún sabiendo que todas las firmas no iban a torcer el rumbo. Tenía la obligación moral de hacerlo. Ucronías aparte, hubiese hecho lo mismo si el agraciado era Louis Ferdinand Céline. ¿Qué el francés fue colaboracionista nazi y que su actividad produjo muertes, en cambio Varguitas no mató a nadie? Pero, ¿hace falta recordarte, amada lectora, que la prédica fanática de los postulados neoliberales lleva en su mochila miles de muertos por inanición, suicidio, desplazamientos territoriales, marginalidad, xenofobia y desprecio clasista?
Me hizo vivir, como lector, momentos sublimes. Sin necesidad de haber esperado a que le otorgaran el Nobel. Para este caramelero, "Conversación en La Catedral", junto con "Rayuela" y "Cien años de soledad", son las obras paradigmáticas de la renovación estética y estilística de lo que el marketing editorial llamó el "boom" de la literatura latinoamericana. Eso pasó hace tiempo. Todos éramos más jóvenes y nos deslumbrábamos con alegría militante. Algún día habrá que averiguar qué carajo le pasó al autor de "La casa verde". Su desilusión respecto de la Revolución Cubana es un argumento chiquitito como para explicarnos este fundamentalismo activo por las causas en favor de los poderosos del mundo. Todo, disfrazado de amor irredento por la libertad. Ya se sabe, la del zorro en el gallinero.
Sin embargo, "La fiesta del chivo" relata la épica de los combatientes sandinistas contra Somoza; "El paraíso en la otra esquina", las vidas irreverentes y de rupturas estético-políticas de Paul Gauguin y su abuela Flora Tristán; y su más nueva producción, "El sueño del celta", la lucha de un explorador contra la explotación y el exterminio al que someten los capitalistas de entonces a los aborígenes del Putumayo y, posteriormente, su lucha por la liberación de Irlanda de las garras del Imperio británico. Esta temática repetida, en un pensador de ultraderecha, ¿es una forma de pagar la culpa por su conversión ideológica o mera especulación marketinera para seguir seduciendo a sus viejos lectores? Te dejo la inquietud, querida lectora.
Pero, acatando la frase de Feinmann con que envuelvo este caramelito, dejo a Vargas y vuelvo al centro del asunto.
Acierta Mempo Giardinelli, una vez más, cuando pone el foco en los organizadores de la Feria. Aunque estimo que este asunto no le restará ni medio voto a Cristina en octubre, parece una opereta más, y van..., para ensuciar la cancha. Esta vez, ejecutada con cierta eficacia. Cabe esperar que, después del exabrupto ético impecable de Horacio González, el peruano nobelizado tenga todas las garantías para desarrollar sus ideas literarias, y también políticas. Después vendremos nosotros a poner las cosas en su lugar: decirle que sabemos quién es y para quién juega, pasarle un pañuelo descartable para que siga llorando por la Argentina (por la de Menem, de la Rua, la del default, la del desguace del Estado, la de las privatizaciones a mansalva, la de los desocupados comiendo de la basura, la de la timba financiera), esa que, felizmente, no vuelve más. La consigna, entonces, es no malgastar un solo huevo en semejante huevada.
Así como se promueve desde el Estado la implementación de una institución que reemplace, o conviva, con IBOPE para medir audiencia radial y televisiva, ¿no habrá llegado el momento de comenzar a pensar en la formulación de un nuevo modelo de Feria del Libro que compatibilice los justos intereses de la industria editorial y que, a su vez, tenga en cuenta el nuevo rumbo nacional y popular que atraviesa nuestro país? Tarea difícil, imagino, pero apasionante para intelectuales, escritores y, sobre todo, para funcionarios del área cultural.
La derecha vernácula ha tenido que recurrir al prestigio reciente del Nobel para ponerse ufana en vidriera. El Nobel no ha sido otorgado, todavía, a Carlos Fuentes ni a Juan Gelman, por ejemplo. Alguna vez le dieron el de la Paz a Kissinger y, recientemente, a Obama, que todavía no se lo ganó, como le dijo Michael Moore. Quiero decir que obtenerlo no quiere decir nada. O mucho.
Manu, mi nieto mayor, de cuatro años y medio, dibuja murciélagos y dice que son tenebrosos, pero que a él no lo "tenebran". Pues, a mí, no me tenebra que Vargas Llora llore su nostalgia por un mundo que se va yendo al diablo. Italia, Francia, España, Grecia, en fin, la vieja y aburguesada Europa, le provocará orgasmos ideológicos al otrora gran escritor.
Yo conozco nuestros murciélagos. Y tampoco me tenebran.