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miércoles, 31 de agosto de 2016

Han vuelto a matar

                                                                                    A Raúl Fitipaldi



A las 13,35 de hoy, miércoles 31 de agosto de 2016
han vuelto a matar.
Sesenta y un crápulas, rencorosos y corruptos
han vuelto a matar.
A Luiz Carlos Prestes y su Columna libertaria
a Jorge Amado y los subterráneos de la libertad.
a Gabriela, a Doña Flor y sus dos maridos,
a Francisco Juliao, el maestro rural.
A Paulo Freire, abrazado a sus discípulos.
A Guimaraes Rosa y a su sertón.
A Portinari, el cándido de las telas rojas.
A Drummond de Andrade y a su rosa del pueblo.
Han vuelto a matar Antonio Carlos Jobim.
Han matado también al obrero  albañil de Chico Buarque,
han destrozado el andamio de su poesía.
Hoy, a esa hora, murió otra vez Elis Regina.
Mataron a Monteiro Lobato nuevamente
en su rancho del pájaro amarillo.
Mataron a Vinicius, enamorando a la garota en las arenas
de Ipanema..
Han oisoteado a Oscar Niemeyer, el arquitecto comunista
y u utopía urbanística.
Han asesinado en vida a Nélida Piñón
y a su corazón andariego.
José Mauro de Vasconcelos volvió a morir
al pie de su planta de naranja lima.
Gilberto Gil llora su propia muerte.
Caetano muere su propio llanto y
María Bethania acaricia un pentagrama mutilado.
Naná Vasconcelos los espera para soñar juntos
que esta pesadilla pasará.
Y que Joao Ribeiro vuelvá a escribir
Viva o povo brasileiro.

viernes, 26 de agosto de 2016

Que se sepa

                                                           "Creer o reventar. Pues entonces reventar"
                                                                                                          Isidoro Blaisten

No hubiese querido escribir este textículo, pero debo hacerlo.
Como algunos y algunas saben presenté mi nuevo libro ("Escritos de pie", Bruma, 2016). Alrededor de seiscientas personas rebalsaron el salón en la tarde del sábado 13 de agosto pasado. Claro, también presentaba el suyo el enorme periodista Víctor Hugo Morales. Su cátedra profesional y ética en tiempos de "Mentir a diario" (Colihue, 2016), como se titula la obra, explican el fervor y los abrazos de esa jornada. Hubo música, intercambio de inteligencias con el público y, sobre todo, esa mezcla necesaria de respeto y esperanzas.
Lo digo para poder intentar explicar el papelón que sigue.
Entre el 9 y el 25 de setiembre se va a desarrollar una nueva edición de la Feria del Libro de Mendoza. En esta oportunidad dedicada, con justicia, a Rodolfo Braceli, ese mendocino imprescindible y ya universal.
El coordinador del asunto es Alejandro "Canito" Frías, responsable del Área Letras de la Secretaría de Cultura provincial, llama por teléfono a los editores de mi libro, Carolina Suárez y Jorge Córdoba, para que les envíen la lista de autores y obras que proponen para asignarles una fecha en el programa de actividades. Son, somos, siete.
Cuando los brumarios se reúnen con Frías para tomar nota del asunto sólo reciben seis fechas. ¿Adivinen cuál falta? Corrrrecto, graznaría Susana Giménez. Mi nombre está prohibido, censurado, en un claro ejercicio de lo que, con el cinismo made in Lombardi de moda, se llama la presencia de "todas las voces".
Ante el estupor de Carolina y Jorge, el Coordinador Frías argumenta cierto temor de que se arme "quilombo" que pondría en riesgo su puesto de trabajo. Y, además, que pido la renuncia del equipo de Cultura todos los días.
Ambas acusaciones son falaces. La primera, porque no hubo ningún quilombo el 13 de agosto, al contrario. Que en la presentación de un libro se cante "Vamos a volver", ponele, no es quilombo ni amenaza. Augurio, tal vez. Y la segunda, porque no soy tan poderoso ni tan soberbio como para solicitar tamaña decisión. En realidad, me duele ver a gente que quiere colaborar con la gestión de un gobierno local inmoral, discriminatorio y censor, pero cada uno sabe dónde le aprieta el zapato o cómo se le ven las enaguas, como decía mi vieja. Allá ellos y ellas.
Están anunciadas las presencias de varios de mis amigos, cosecha de más de treinta años de lecturas y difusión literaria. Vienen Vicente Battista, Juan Sasturain, el mismo Braceli y Miguel Repiso, Rep. También viene Ricardo Bochini, ya de pantalones largos y bien empilchado, supongo. Y, para la náusea sartreana de quien les escribe, el nazisionista escritor cordobés y radical  Marcos Aguinis.
Creo conocer (o creía) a Canito y quiero creer que el julepe al quilombo y a perder su laburo viene de la mano de su jefe, Diego Gareca, Secretario de Cultura de la provincia. Gareca hizo su carrera política en el municipio de Godoy Cruz. Mientras el supuesto gobierno nacional y popular peornista (Verbitsky dixit) deambulaba en el limbo cultural Gareca traía a Godoy Cruz a Juan Gelman, Daniel Viglietti, Liliana Herrero y Teresa Parodi, por ejemplo, y se vestía de guerrillero cubano. Puro espejismo. Hoy aprieta a los actores y bailarines de la Fiesta de la Vendimia, censura a Ernesto Espeche, académico y periodista marxista y, finalmente, se desenmascara cada día un poco más.
En síntesis, Frías es Gareca. Gareca es Cornejo y Cornejo es Macri. Hasta el año pasado el portavoz de la censura me agradecía de manera pública mis aportes a la literatura mendocina y, es más, ya adquirió el ejemplar del libro que le mandaron a censurar. Una pena, un dolor y una nueva desilusión.
Y Macri no quiere quilombo. Pero lo tendrá, tarde o temprano.

lunes, 1 de agosto de 2016

El precio de la angustia

                                                    A Ernesto Espeche


La pieza estaba casi en penumbras. No sé por qué. Era en ese horario en que ya empieza a anochecer, pero aún no encendemos las luces. La charla hacía juego con el ambiente. Lenta, profunda, gris y atrapante. Como la penumbra casi siempre.
Alejandro sostenía el grabador mientras él y yo conversábamos. Él era, es, Christian Ferrer, filósofo y escritor (Me permito recomendarles la lectura de "La amargura metódica", Sudamericana, 2014, una potente biografía de Ezequiel Martínez Estrada con un título que lo pinta más al autor que al biografiado, me parece.). Alejandro era, es, Alejandro Crimi, amigazo, editor y compinche de pensares y sentires libertarios. Yo era, soy, yo.
Ferrer había llegado a Mendoza para participar de un ciclo de charlas que Alejandro organizaba. Una de sus tantas travesuras culturales. Cómo olvidar que, además, bebimos también de la sabiduría luminosa de León Rozitchner. Pero eso es para otro momento.
Atravesábamos el calvario de la segunda mitad del menemato (el copyright del término le pertenece a Mempo Giardinelli) y no sé, no recuerdo cómo, llegamos al tema de la angustia. Aunque puedo imaginarlo. Le pregunté al filósofo por ese verso de Silvio Rodríguez que dice que "La angustia es el precio de ser uno mismo". Me miró, creo que me miró (ya estaba muy oscuro. Él, la tarde y el mundo), pensó un segundo que me pareció interminable y dijo: "No me gusta Silvio Rodríguez y creo que la angustia es el precio de no ser uno mismo". Fin del recuerdo.
De ése, porque él me llevó a mi recuerdo de la la lectura de "Historia del cerco de Lisboa" (Alfaguara, 1989), la novela en la que Saramago hace que el "no" como concepto disruptivo y revolucionario sea el gran protagonista dialéctico de la historia (la del libro y la de la humanidad toda), más allá de las figuras humanas que lo padecen y, después, lo aprovechan.
Doy todas estas vueltas para llegar a Macri. Y pido disculpas por mezclar a un filósofo de la envergadura de Ferrer y un humanista y escritor de la talla de Saramago con el estafador político de moda.
En su discurso en Tucumán el 9 de julio pasado el coso hizo mención a la angustia. Mientras le rendía pleitesía amorosa a Juan Carlos de Borbón, el emérito monarca español, especialista en matar elefantes, le atribuyó a los patriotas de 1816 ese "estado de intranquilidad o inquietud muy intensa causado especialmente por algo desagradable o por la amenaza de una desgracia o un peligro" (Copio textual, como se ve, la definición de la Real Academia, la gendarmería del lenguaje castellano). Desagradable y desgracia  Así habría sido aquella militancia (no se lo cuenten a Prat Gay), desagradable y desgraciado independizarse de España.
Pocos días después Cristina (¿cómo cuál Cristina, hay otra?) interpretó que Mauricio (¿cómo cuál Mauricio, hay otro?) hacía catarsis. Nacido y criado en cuna de oro y hogar de nuevos ricos (usted ya sabe, francamente, cómo se hicieron ricos los Macri. No abundaré en detalles siniestros), pensó la Morocha, se había encontrado, a partir del 10 de diciembre pasado, ante la inquietud desagradable de tener que trabajar. Y, para colmo, de cara a la gente, como gustan llamar los de su clase al pueblo. En síntesis, según la Presidenta Mandato Cumplido, era su propia angustia de él (según me decía don Crescencio Granados Silva, mi cuate, en Xochimilco) la que relataba esa mañana.
No sé si la interpretación es o no "psicologista" como ella misma se atajó, pero sí sé que son los más humildes los que saben del precio de las angustias a las que se ven sometidos por los desaguisados perversos del neoliberalismo plus con que la globalización timbera practica en nuestros países.
En fin, que como me enseñó Ferrer aquel atardecer inolvidable en Radio Nihuil, la angustia de Mauricio parece ser la de un tipo que no es él mismo sino la representación titiritesca de una clase social parasitaria, cavernícola e insaciable.