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domingo, 24 de abril de 2011

De la hostia

Empiezo por decir que pretendo no ofender a creyentes ni a súbditos. Y si, por desgracia, lo hago, pido mis más humildes disculpas.

Se murió una vecina. Ayer. Mala mina, jodida, provocadora, cizañera. Se fue en medio de las pascuas de resurrección y algunos tememos que el Flaco produzca el contagio. Pero no, no creemos en milagros. Yo conozco uno solo. En realidad es una sola. Milagro Sala, terrena, solidaria, coya y peronista. Lo contrario de la vecina. Esta sí, buena mina, querible y querida.
La cuestión es que mi vecina se perderá dos espectáculos comerciales hiperglobalizados, creados por las dos instituciones más atávicas, corrompidas y vigentes de la historia humana. Una de ellas, la Iglesia Católica, va a beatificar a Karol Woytila, el polaco actor de teatro, partisano antinazi en la Segunda Guerra, partidario del Opus Dei, devenido Papa bajo el nombre de Juan Pablo II. La iniciativa la tomó su heredero en el trono, el pastor alemán Joseph Ratzinger, ex miembro de las juventudes hitlerianas, devenido Papa bajo el nombre de Benedicto XVI. Los fastos intentarán tapar la crisis institucional, la merma en las vocaciones sacerdotales y, sobre todo, la miseria moral que la atraviesa con los casos de pedofilia, urbi et orbi, cometidos por sus miembros. Aquí, en la Argentina, deberíamos sumar en su debe la complicidad activa de obispos y superiores en los casos aberrantes de delitos de lesa humanidad. Storni y Grassi en un caso, y von Wernich en el otro. Todos ellos siguen amparados por la jerarquía, aunque se haya comprobado que delinquieron aún contra sus hermanos en la fe.
La beatificación de Woytila ya es un inmenso negocio que moverá millones de dólares y euros, so pretexto de resucitar, a contrarreloj, las creencias de también millones de seres que aman las fiestas religiosas, creen en mitos y leyendas (mucho más si tienen más de dos mil años) y necesitan soñar que ese individuo que, ya cadáver, torció su pie derecho, hizo curar a una enferma terminal con su palabra celestial. Allá ellos y el poster a diez dólares la unidad.
La otra institución, la monarquía, inglesa en este caso pero da lo mismo, casará por televisión global al príncipe Nosecuanto con Kate Middleton. Y ya se sabe dónde pasará su última noche de soltera (¿virgen?) la niña afortunada. Otro negocio descomunal para una forma de gobierno cuya historia acumula incestos, crímenes, corrupción, piratería (devuelvan Malvinas, cabrones), colonialismos, complicidad milenaria con las distintas religiones que en el mundo han sido. También ella pasa por momentos de zozobra, aunque ya no le sobra nada. Pero también en la transmisión universal del casorio las amas de casa y cholulas y cholulos varios se van a relamer soñando con ser la princesa en la noche de bodas o el príncipe entrando a palacio. En fin, que cada foto, la visita de los contrayentes al cementerio en donde los gusanitos se morfaron a Lady Di, la lista de invitados, los autos de traslado, las joyas de la novia, los calzoncillos del novio y la puta que los parió, se vende al mejor postor, o sea, a las grandes cadenas informativas que, por unos días dejarán a Fukushima en paz, dejarán de contar los muertos por "error" producidos por los aviones de la OTAN y hasta olvidarán la cotización internacional del petróleo y el último clip de Lady Gaga, la reina pop. Porque la monarquía sirve para casi todo. La mujer más linda es reina. De la vendimia, de las bochas, de la primavera, del chancho con pelos, de lo que sea. Si hasta Luismi canta que él sigue siendo el rey (así de devaluado está el carguito).
El asunto es que, para unir ambos acontecimientos que, si se fijan bien, son simétricos, cabe decir, como acostumbran en España, que serán un negocio de la hostia.
Y mi vecina se los perderá, mala hasta para morirse.

viernes, 22 de abril de 2011

El aliado involuntario

A Horacio González, que hizo lo que debía


Ya está. Habló y no hubo pirotecnia verbal, ni por parte de él ni por la nuestra. Queda, como primera conclusión residual, el gesto de Cristina Fernández, ratificando su condición de estadista. Al punto de que el propio escritor nobelizado, el novelista nobelizado, se vio compelido a admitirlo.
Su breve intervención en la llamada conferencia inaugural pareció un resumen Lerú de algún manual decimonónico de doctrina liberal. Fue, claramente, un arrugue ante la contundencia de una realidad que a un tipo de su formación no podía pasarle inadvertida, por más adulones que lo rodearan. Si hasta lo declararon ilustre ciudadano porteño dos veces: hace un tiempo, cuando se anunció oficialmente su invitación y ahora, para las cámaras y micrófonos a su servicio.
Dos últimas reflexiones antes de pasar a lo medular de este textículo. La valiente inteligencia de Hebe de Bonafini, quien tuvo la iniciativa de procurar que el peruano se adhiriera al clamor para que el emporio de la innoble cumpla con la ley e incorpore a la grilla de canales a CN23, Paka Paka y Telesur. Hasta ahora, su respuesta es el silencio. Es que, y esta es la segunda reflexión, el autor de "La fiesta del chivo" se convirtió, creo que involuntariamente, en aliado del kirchnerismo y otras fuerzas del campo nacional y popular, al bregar por una completa libertad de expresión. Así como no hubo dos demonios en los setenta, no hay dos libertades de expresión hoy. El meollo del asunto es que no se trató nunca de un intento de veto o censura. Lo que promovieron González, Goloboff y con ellos buena parte de la cultura argentina fue el repudio a la decisión de los organizadores de la Feria del Libro de brindarle el honor de inaugurar el ciclo de conferencias a uno de los más encumbrados portavoces de las políticas de hambre y exclusión de estos tiempos. Aunque vote por Humala en su Perú natal. Aunque los protagonistas principales de sus obras sean defensores de causas que se dan de traste con aquellos principios.
Si de vetos, o Betos, se trata va mi recuerdo sonriente para los gloriosos Beto Menéndez, Beto Acosta, Beto Márcico y, el más glorioso de todos, el Capitán Beto, el Beto Alonso.
Se irá él a desparramar loas a las multinacionales del horror, a justificar las masacres del imperio, a sostener la rentabilidad por sobre la humanidad, y quedaremos nosotros para ratificar y profundizar un rumbo irreversible.
El debate por las políticas culturales, la función y el funcionamiento de las industrias culturales, la promoción del libro, su creación, edición y distribución, entre otros tópicos, está pendiente. Todos estamos invitados a participar y algunos tenemos más responsabilidad en su desarrollo.
Por ejemplo, ¿seguir sometidos a la decisión de una empresa privada, la Fundación El Libro, para acatar su mirada respecto de lo que debe ser una Feria? ¿Acaso no ha llegado el momento de federalizarla? Así como está es la Feria de Buenos Aires y refleja la pujanza cultural de una megacapital, pero a su vez, las Ferias provinciales o regionales se hacen a regañadientes, con presupuestos desnutridos y siempre mirando al puerto, en lo que concierne a fechas y contenidos (la de Mendoza es raquítica y organizada con menos entusiasmo que un anciano subiendo el Aconcagua), como una consecuencia más de la macrocefalia nacional. ¿No habrá llegado el momento de empezar a pensar una Feria Nacional del Libro, al modo de la venezolana (sí, soy chavista, ¿y qué), que vaya recorriendo todo el país? Que la de Buenos Aires quede como hasta ahora, con su despliegue fastuoso y sus multitudes a medio camino entre la auténtica pasión por la literatura y el cholulismo careta, pero que, también en esto nos saquemos de encima a los cuasimonopolios editoriales o, si quieren, que se sumen a la fiesta pero sin condicionarnos.
Y entonces sí, promover los buenos escritores y escritoras del país profundo, emparejarlos con los consagrados por el maldito canon, brindarles las herramientas para que se conozcan sus creaciones. En fin, el Estado nivelando hacia arriba.
¿Qué es difícil? Seguro, ¿o ha sido fácil, por ejemplo, poner en marcha nuevamente en la Argentina la educación técnica, o recuperar los aportes previsionales de manos de la mafia concentrada?
El debate por estos temas no se perdió, ni se empató, ni se ganó. Recién empieza y se lo debemos a Vargas Llora (el aliado involuntario), a Horacio González, a Mario Goloboff y, sobre todo, a Cristina Fernández.

sábado, 16 de abril de 2011

Mejor que un Roca

 A Osvaldo Bayer

Telefónica de Argentina quiso seducirme. Me llegó un folleto que pregunta, me pregunta: "¿Qué hay mejor que un Roca?". Encabeza el envío la imagen del general Julio Argentino Roca. La propuesta de seducción apunta a que yo contacte a cinco futuros suscriptores de Speedy, el servidor de internet de la multinacional de comunicaciones. La respuesta que ellos mismos se dan es que mejor que uno son cinco Rocas.
Traduzco. Por cada nuevo cliente que les aporte ellos, magnánimos, me descuentan un Roca, o sea cien pesos, en mi próxima factura. Hasta un tope máximo de cinco, o sea quinientos mangos.
El folleto en cuestión se abre, cual bandoneón ponzoñoso, y despliega cinco imágenes del genocida, el generoso benefactor de la oligarquía terrateniente nacional.
A la pregunta inicial se me ocurren varias respuestas. Algunas, un poquitín más escatológicas que mi textículo anterior. Pero prefiero elaborar un listado, seguramente incompleto, de figuras de la historia argentina, ya muertos, como Roca, que son mejores que él. Y dejo constancia explícita de que renuncio a cualquier honorario o bonificación compensatoria al pie de la factura por la idea. Ahí van los y las que son mejores que un Roca, y ni hablar de cinco:
Un Arbolito, un Juan José Castelli, un Facón Grande, una puta de La Catalana, un Bernardo de Monteagudo, un Martín Güemes, una Macacha Güemes, una Azucena Villaflor, un Mariano Moreno, un Milcíades Peña, un Tato Bores, un Rodolfo Walsh, una María Elena Walsh, un Rodolfo Ortega Peña, un Arturo Jauretche, un Homero Manzi, un Raúl Scalabrini Ortiz, un Felipe Vallese, un Bernardo Alberte, un Agustín Tosco, un Roberto Fontanarrosa, un Haroldo Conti, un Julio Cortázar, un Antonio Berni, un Juan Carlos Castagnino, un Hugo del Carril, un Alfredo Varela, una Mercedes Sosa, un Osvaldo Pugliese, un Risieri Frondizi, un Rodolfo Puiggrós, un David Viñas, una Juana Azurduy, un Néstor Kirchner, un Padre Mugica, un Enrique Angelelli, un Negrito Avellaneda, un Jorge Luis Borges, un Raúl González Tuñón, un Armando Tejada Gómez, un Hamlet Lima Quintana, un Jorge Julio López, un obrero, un campesino, un desocupado, una Alfonsina Storni, un Jorge Cepernic, un Adolfo Castelo, un Atahualpa Yupanqui, un Cuchi Leguizamón, un Che Guevara.
Como te dije, lectora cómplice, la lista es incompletísima, pero representa un muestrario de la dignidad patria.
No quiero más ofertas si vienen presididas por los padres genocidas de los genocidas que hoy, por fin, empiezan a pagar. Sin descuentos al pie de la sentencias.

viernes, 15 de abril de 2011

Mendoza atrasa

"Seré curioso señor ministro,
¿de qué se ríe?"
                                                                                                          Mario Benedetti

Una advertencia inicial. Si usted no es mendocino o residente en la provincia, siga haciendo lo que estaba haciendo. Salga a caminar como todas las mañanas, bañe al perro, tómese ese café antes de que se le enfríe, arregle la cita con su amante. En fin, algo útil. O si prefiere, lea este textículo como un divertimento efímero en su vida y luego, olvídelo. Hecha la aclaración, ahora sí, pasen y huelan.

La ceremonia se llevó a cabo (como dicen los periodistas antiguos, que también atrasan) en la entrada de una mina abandonada, La Oscura, llamada así por obvias razones. Pero sé lo que allí pasó porque esa noche la luna, hermana milenaria de los pueblos antiguos, estuvo para contármelo.
Había que ungir al próximo gerente de la Empresa. Y esta vez los postulantes eran varios. Todos, o casi, ya eran funcionarios jerarquizados. Se los presento.
El Dr. Panza, viejo bebedor de vinos berretas; Don Ramón, el propietario del minimercado del barrio La Desfavorable; El Enano Fotoshop, conocido en la Empresa por despilfarrar guita en publicidad. Una especie de eyaculador precoz de la propaganda; el Eterno, participante consuetudinario, perdedor infatigable, pero el único que brilló a la luz de la luna (su calvicie prematura le ayudó esa noche, era un foco encendido iluminando el socavón); y, finalmente, él, el Dr. Gernos, personaje de perfil bajo, peinado con jopo (otra antigüedad), pulcro, impoluto, sagaz, zorruno.
La competencia para dirimir (y dale con el léxico decimonónico) el cargo consistió en cagar. Sí, en cagar a campo descubierto. La decisión la tomaron los Jefes, estacionados a mil metros, en un camión con trailer. Adentro del Ford F-350 (este pago también atrasa en términos de parque automotor, qué se le va a hacer) se desarrollaban dos orgías. Una era tecnológica. Con aparatos dispuestos para calibrar volumen y calidad de la mierda de los candidatos y otros de vigilancia, como es costumbre en estos casos. La otra orgía era convencional. Usted imagine, mi bella dama, pero siempre la realidad, también en estos casos, superará su imaginación. Lo sé, la conozco pudorosa y comprometida con el género.
Fiscalizaron el concurso Jeremy Sogas, Charles, el Gladiolito y Andy Rafaelli, tres alcahuetes que se creían periodistas. Todos untados con dólares falsos. Los tres, bufones de las fiestas de la Empresa. Y de las privadas de sus patrones, también.
La cuestión es que, callando y cagando, ganó Gernos. Se le humedecieron los ojos (no se sabe si por el esfuerzo competitivo o por la devota emoción a sus superiores) y recordó, por un instante, sus inicios en aquel pueblito perdido entre otros cerros, en el norte de la infancia.
Olvidé contar que el Dr. Gernos, el cagacandidato ganador, el fecal premiado y ungido, se llama Francisco. Sus compañeritos de la primaria, haciendo gala de la crueldad que caracteriza a los niños, lo apodaron como es costumbre secular. Un verdadero caso de bullying, aunque en esa época todavía se llamaba cargada (una antigüedad más para la colección).
Su foto, su imagen sonriente ante las cámaras, contrastaba (término que esta vez no hace alusión al concurso) con la mejor cara de orto (esta vez sí) de los oponentes, que le cacheteaban los cachetes, en clara demostración de acatamiento, bajo la estricta y aparatosa vigilancia de Daniel, el Horrible, capo mayor. Salvo el Pelado quien, a partir de esa noche, pasó a ser conocido en la comarca como Seguíparticipando.
Me lo contó la luna, eterna hermana de los pueblos de esta ingrata región del globo sapiens, recostada en las espaldas pétreas de la madre montaña. Y así como ella me lo contó, se lo trasmito yo.

miércoles, 13 de abril de 2011

Pinísimo

El mismo que hizo dialogar a San Martín y Gardel, el que puso a Osvaldo Pugliese a tocar La Yumba para la eternidad, el impoluto, el adalid del ambientalismo, cayó en las redes del canto de sirena del gerente de la empresa San Jorge, durante la multitudinaria marcha contra la megaminería, en plena Fiesta Nacional de la Vendimia, aquí, en Mendoza. Se tiraron flores y prometieron reunirse unos días más tarde para intercambiar informaciones.
A mí me enseñaron que, en principio y por principios, no debo creerle a los monopolios y las multinacionales de cualquier rubro, cuando se presentan como los salvadores de la humanidad y nos prometen desarrollo sustentable, uso racional de los recursos y creación generosa de puestos de trabajo. Se supone que un hombre de experiencia como él debía saber más que cualquiera de nosotros. Pero dijo que era muy interesante lo que el gerente le contaba y que él no sabía. ¡Cómo desearía conocer si esa reunión se realizó, qué se prometieron, entre palmaditas en la espalda y dos vueltas de café y agua mineral de los manantiales cuyanos!
Pero no es el único derrape del cineasta. Elogiado por Mariano Grondona, que dice sentirlo cada día más cercano, mimado por los periodistas del grupete, nos viene a contar que comparte el análisis del comportamiento electoral de la sociedad con la señora que ocultó la desaparición de su sobrina, en plena dictadura cívico-militar. Ambos estiman que los pobres votan sin pensar, que sólo los cultos tienen capacidad de razonamiento ciudadano. En fin, la aristocracia del barrio, como les llama Serrat. La misma que ungió Jefe de Gobierno de la cultísima Buenos Aires a un negado para todo, aún para lo que se supone que lo preparó papá.
Claro que hay cultos que votan y piensan como los pobres, y entonces la ecuación se va al diablo. ¿En qué categoría pondrá el cineasta devenido clarínstar a Horacio González, Mempo Giardinelli, Ricardo Forster, Rodrigo de la Serna, Alejandro Dolina y tantos más?
Que este gobierno es más entreguista que el de Menem, dice, defiende a Clarín contra la reacción de sus trabajadores, que él es la izquierda y lo demás es lo de menos, le hizo una denuncia penal a la presidenta por el uso de las reservas excedentes del Banco Central, defendiendo la concepción neoliberal del manejo de la institución, se alineó con el garcaje gauchocrático y sojete (brillante neologismo creado por Vicente Muleiro) al momento de votar la Resolución 125, dilapidó su propio caudal de seguidores que lo apoyaron para que presione por izquierda en pos de una profundización del rumbo iniciado en 2003. Todo eso y mucho más dilapidó por angurria mediática y empecinamiento adolescente. Me pregunto si Alcira Argumedo, esa extraordinaria intelectual progresista, seguirá siendo la usina de ideas de este dilapidator consuetudinario. Y en ese caso, por qué.
No sé si llamarle desilusión. Tal vez, la evolución de lo que vivimos cotidiamente nos presente a cada uno con la cara que tenemos. Sin máscaras, que no todo el año es carnaval.

domingo, 10 de abril de 2011

Cambie lo por te

A Ulises Naranjo, por mucho más que 20 razones.

"Ser mina flor de cardo, con sangre y con ojeras,
con gotas en la frente bendita del trabajo"
                                                                                                                         Adriana Turchetti


Es cierto. Yo la vi. Tiene armas y le pega a las mujeres (y a los hombres también, carajo). Es más, las suyas son armas declaradas. No hacía falta que un inmoral de apellido Morales viniera a denunciarla. Yo vi esas armas. Palas, picos, azadas, mezcladoras de cemento, ladrillos y otros instrumentos de labranza y construcción suelen ser peligrosísimas armas para los parásitos consuetudinarios de nuestra sociedad. Y las efusivas palmadas en la espalda y la cara que se propinaron, apenas llegada al barrio, dejaron huellas en esos cuerpos. Hasta mi rostro se vistió de rojo. El sol del desierto mendocino y el beso de ella me maquillaron la vida, pero para siempre.
La esperamos mucho, demasiado, si tenemos en cuenta lo vivido. Los medios de incomunicación de Mendoza la descubrieron. Algunos, literalmente. Otros, los más, con la malicia con que se aprestan cada día para aferrarse a un statu quo que vamos derribando a punta de verdades y pluralismo. La anunciaron como "la piquetera K", como si el adjetivo pudiese tapar su inmensa tarea por y con los otros, los pobres de bienes, los ricos de hambre. Y una letra que nació con minúsculas y se fue haciendo volumen mayúsculo en la Historia.
Ya no es sólo Jujuy, donde su organización, la Tupac Amaru, alimenta a 50.000 pibes. Alimento concreto y alimento simbólico, dupla devenida en producto que ninguna Bolsa del mundo acepta cotizar: la dignidad.
Como ustedes saben, soy ateo. O sea, no creo en milagros. Pero vi, nadie me lo contó, a 80 mujeres paradas al lado de sus máquinas, esperándola para mostrarle la finalización de un sueño y el comienzo de un camino. En Lavalle, Mendoza,inauguraban la fábrica textil, construída y equipada con los ahorros logrados tras el subsidio otorgado por el Estado para la construcción de casas.
Y la vi a Milagro Sala temblarle las piernas, abrazarse con ellas y ellos, llorar de emoción y gritar Jallalla, como coya auténtica que es.
Lo dicho. Los medios locales visibilizaron por un rato a la organización social más emblemática de estos nuevos rumbos. Y a su líder nacional. Claro que duró, apenas, 24 horas. Sin embargo, nosotros somos tupaqueros mediáticos todos los martes a las 17, amparándonos en su columna radial en nuestro programa. Sí, es Nacional, la radio pública.
Los argentinos tenemos una expresión admirativa para casos como estos. O para una jugada de Messi, un texto de Galeano, un poema de Gelman, una pirueta acrobática en el Cirque du Soleil, un discurso de Chávez, Evo o Correa, un escote bien puesto, una mirada femenina certera. Decimos con énfasis ¡qué lo parió!.
Pero si algún otro inmoral, con o sin fueros, alguna señora que almuerza o almorzaba en público, algún periodista a sueldo de la bazofia ladrona de bebés y otros miembros de la fauna autóctona vuelven a insultar a Milagro y sus coyas reivindicados, sugiero que, sin énfasis, como quien sale a renovarse el aire y a saludar a los pájaros silvestres, cambiemos el "lo" por "te".
Y después no perder ni un minuto más. A seguir laburando.

domingo, 3 de abril de 2011

Los humoristas

Estaba preocupado. Tampoco es que la preocupación me impedía rendirle pleitesías a la Diosa Siesta o a mi dosis diaria de dulce de leche, pero me decía a mí mismo que alguien faltaba en el equipo de trabajo. El programa de radio no tiene un columnista de humor. Aunque sea, semanal. Y, ya se sabe, don Arturo Jauretche nos viene diciendo, desde hace años, que nada se construye si no se lo hace con alegría. Si don Arturo lo dice yo le hago caso. O, por lo menos, trato.
La lista de humoristas es extraordinaria. Tato Bores, Niní Marshall, Les Luthiers, el gran Wimpi, Enrique Pinti, Rudy, Santiago Varela, Daniel Paz, Rep, Quino y seguramente muchísimos más, abonan el terreno fértil de la alegría popular.
Sin embargo, uno nunca sabe por dónde salta la liebre. La liebre saltó por el lado de la puja política de cara a la campaña por saber quién saldrá segundo en las elecciones de octubre próximo.
Nuestro comprovinciano, el usurpador ético del cargo vicepresidencial, acaba de declarar, muy suelto de cuerpo (recuerden, es un maratonista aficionado, sin destino aparente), que él se siente traicionado por el gobierno nacional (como si su función fuera el de embajador de la República de Boludilandia) porque, dice sin ponerse colorado, aportó los votos necesarios para que Cristina ganara los comicios de 2007, en primera vuelta.
Cuando logré expulsar el pedacito de tostada que me salía por la oreja izquierda ( estaba desayunando, medio adormecido como es costumbre), releí y, sí, decía eso. Apuré el último sorbito de café con leche y grité. Grité de felicidad. Ya tenía mi ansiado columnista de humor. Se me ocurrieron varios remates para el chiste, a saber: a) que se lleve esos votos para postularse como presidente del Club de Amigos de Zapatillas "NP" (No Positivas); b) que le proponga a Cristina jugarse esos votos al tute cabrero; y c) preguntarle a Cletus si sabe contar hasta 15; entre otras posibilidades.
Después, más calmado y con los anteojos limpios, volví a preocuparme. Después de todo el tipo parece un ser humano en sus cabales pero, tal vez, se hubiese contagiado de la paciente ambulatoria rubia y, caramba, entonces merecía mi piedad. Que lo haya dicho por twitter le dio un toque de humorismo posmo que levantó un punto, apenas un puntito, mi sentimiento de ternura por aquel que, no ha mucho, recorrió el país, pueblo por pueblo, para recibir las caricias masificadas del gauchaje concheto y sus aduladores clasemedieros.
Pero la mañana me tenía preparada más sorpresas. La cabeza más famosa de Banfield incursiona, cada vez más seguido, en el mundo de la ficción fílmica. Ahora dice que esta película (se refiere al mediometraje "En octubre se acaba el mundo garca") termina con Cristina poniéndole la banda a él. Al oído le decían que se había equivocado de pastilla. Aunque me queda la duda respecto de una cuestión semántica, ¿la banda a la que se refiere será la presidencial, la de música o la armada? No deja de ser humor, si se lo observa con indulgencia. Negro, pero humor al fin.
De manera que, lectora somnolienta, no haré casting para columnista de humor. Me bastará, de aquí a octubre, con un paneo por la verborragia política criolla para surtirme de material riquísimo. Demás está decir, pero lo digo porque me encanta escribir "demás", que mudo mi preocupación a noviembre, cuando empiece a leer los augurios catastróficos del peligro populista, el negraje encaramado en el poder y otras formas del apocalipsis.
Mientras tanto, tengo mis columnistas de humor. En serio.