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miércoles, 14 de febrero de 2018

Con pedido de aclaración

Fue el lunes 12 de febrero a las 2 de la mañana. Sonó el teléfono fijo en casa. Atendió Celia, semidormida, como corresponde, y allí comenzó el show. "Hijo de remil putas, tullido de mierda, te vamos a moler a palos" Y de postre agregó "Te la agarrás con una mujer, cabrón" y otras manifestaciones de cariño adyacentes.
La mención de una mujer como víctima de una presunta ofensa mía  me desconcertó y me tuvo dando vueltas en la cama hasta que el sueño le ganó a la pesadilla y me dormí.
Aclaró que el mensaje decía venir de un celular mendocino de la empresa Movistar y que, por lo intempestivo de la hora, no pudimos identificar. Tampoco la voz porque se trató de esos mensajes de textos que una máquina oraliza con garganta profunda de metal, robótica e impersonal.
Comencé el análisis de la situación cuando el sol pintaba las primeros desayunos. Es cierto, soy enamoradizo. Me conmueven las mujeres enamorables y juego con ellas, pero lo mío es sólo romántico, casi decimonónico, puro escarceo retórico e inocente. Tengo, tenemos, una vida de amor que lleva más de 44 años de respeto y sostén mutuos con Celia y ya se sabe que perro que ladra etcétera.
De modo que me pasé al ámbito público. Ustedes me conocen, tengo actividad profesional, cultural y política activas. Y, por supuesto, no oculto mis pareceres.
Hice un inventario. Me dije que, por ejemplo, Mirtha Legrand no podía ser porque no soy paleontólogo. Elisa Carrió tampoco porque no soy psiquiatra. Ni Graciela Ocaña, no se me da la entomología. Margarita Stolbizer ya fue, está en boxes.
Quedan en el podio sólo tres. A saber: Patricia Bullrich,la muy etílica Ministra de Seguridad. Gabriela Michetti, la motorizada visionaria del final del túnel y vicepresidenta de la Nación y María Eugenia Vidal, la tenebrosa muñequita de terror y gobernadora de Buenos Aires, la gran esperanza blanca del mediopelo argentino.
En distintas ocasiones he sido duro, durísimo con ellas. Y si es necesario lo seguiré siendo. Pero jamás por su condición de mujer sino por ser lo que son y por representar lo que representan. Caras visibles de un período histórico detestable, entreguista y corrupto de nuestra historia.
Así que, luego del análisis, necesito que quien fue autor o autora de la amenaza me vuelva a llamar y aclare. Pero, por favor, en un horario más convencional, sin tanta euforia desbocada y, si se anima, con su propia voz. En el caso hipotético de que mi ofensa sea demostrada pediré las disculpas pertinente y tasa tasa cada cual para su casa.

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