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miércoles, 5 de enero de 2011

El tango de Cobos

"La gente muy recta tiene cara de culo"
                                  Sandra Russo

Este es mi primer textículo del año. Terminados los brindis, abrazos y demás rituales de las fiestas, Mendoza parece dormir la siesta. No hace más que ratificar su identidad, su prosapia de acequias, viento Zonda y prólogo de la celebración vendimial. Aquí todo, o casi, recomienza después de la elección de una reina. Una especie de democracia monárquica que la provincia ostenta como una virtud turística, aunque sea una contradicción atávica. Pero, en fin, el turismo manda y todos, o casi, nos sometemos a sesudos análisis acerca de las bondades o maldades del espectáculo, como parte insustituíble de un folklore de café. Sobre todo, nosotros, los periodistas y aledaños, con unas buenas dosis de envidia y razones valederas.
Pero me fui. Vuelvo.
Dudé acerca del tema. El año que partió nos dejó dos sabores, al menos. La algarabía popular del Bicentenario, en mayo. Y la tristeza militante, en octubre. Ése era un tema. Es.
Pude escribir acerca de las declaraciones de un cura español, Benito Fernández, quien pronostica, muy orondo, que la UNESCO trabaja para convertir a la mitad de la humanidad en homosexuales. La noticia del exabrupto no adjuntaba la foto de don Benito, pero apuesto los pocos dientes que me quedan a que tiene cara de culo, según la precisa definición de la colega ut supra. Tampoco agrega el cable en que mitad piensa instalarse el tonsurado si el organismo logra su satánico propósito.
Pude escribir acerca de la necesidad de seguir transformando nuestro sistema político. Quiero decir que, como este año habrá elecciones presidenciales, legislativas, provinciales y municipales, no recaigamos en la electocracia y profundicemos lo hecho para darle más y mejor contenido a la democracia.
Pero esta mañana me encontré con declaraciones del vicepresidente Julio Cobos. Las publica el diario Los Andes (Clarín en versión pedemonte). Nos promete volver a la ingeniería si no es candidato presidencial para octubre. Al menos yo, le tomo la promesa.
Pero la foto con que se ilustra la entrevista, lo muestra en las playas brasileñas abrazando a sus dos hijas. Se lo ve distendido, pero sin poder ocultar todo lo que de verdad tienen la palabras de Russo.
La Argentina necesita y tal vez merezca una derecha mejor. El muestrario de sus representantes es patético. Desde el prontuario fachistoide de Duhalde, pasando por los síntomas de desequilibrio emocional de Carrió (quizás la única con nivel intelectual para ocupar un mejor sitial, pero bloqueada por su afán pitonístico y delirante), siguiendo por la pobreza mental de un hombre rico como Macri, hasta desembocar en este ejemplar de lo que Mempo Giardinelli llamó dirigentes con "mentalidad municipal". Y más atrás, vienen políticos con matriz vieja. Más que vieja, anticuada. Alfonsinín, currando con el curriculum paterno: Ernesto Sanz, apenas sobresaliendo una nariz por encima de la mediocridad que ostenta un partido que dio luminarias a la vida nacional.
Ninguno, nadie por ahora, tiene la dimensión que le vi a Julio Sanguinetti, de Uruguay. En 2004, en Rosario, en el Congreso de la Lengua, me deslumbró con su disertación improvisada. Sólo él y Fontanarrosa no leyeron sus respectivas ponencias.
Pienso en Aguinis, que toma como referencia del sentir popular lo que le dicen los taxistas de Buenos Aires. Pienso en Mariano Grondona y su erudición puesta al servicio de lo más rancio de la oligarquía vernácula. Pienso en ellos y ratifico que necesitamos una derecha más seria, más consistente, con planteos programáticos y no con berrinches escolásticos.
Los nombrados, todos sin excepción, tienen cara de culo. Unos más, otros menos, pero todos.
En 1932, Juan Carlos Cobián y Enrique Cadícamo compusieron un tango memorable. Uno de sus versos dice: "Vuelvo vencido a la casita de mis viejos". Los padres de Cobos vivían en el Barrio Bancario, de Godoy Cruz, muy cerca de donde escribo estas líneas.
Allí lo esperan, ingeniero.

4 comentarios:

  1. Querido Julito: lamentamos profundamente el destino del colegio de ingenieros mendocinos frente a esta futura dquisición. Y por supuesto a este especímen, como a todo tango - brillante o patético, sublime o insignificante - tarde o temprano le llega su: chan chan.
    Saludos miles

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  2. Usted, Rudman, en esta nota se tomó un grosero atrevimiento: el de incluirme a mí y a muchos en su nota en un "Nosotros" del cual ni yo ni millones en el país formamos parte. Me refiero específicamente a cuando en su nota dice "nosotros necesitamos una derecha organizada". ¿Perdón Rudman? ¿Escuché bien? ¿Quién le dio permiso a usted para incluir a millones de personas que viven en este país en ese tipo de "Nosotros"? ¿Quién le dio el poder para apropiarse del deseo colectivo de millones de argentinos que no piensan como usted? Cuando hable de su “nosotros” le ruego que especifique quiénes participan de él. No ofenda, no se apropie de la opinión ajena. Porque millones de "Nosotros" en este país no queremos ni una derecha sonriente como la de Piñera, que mientras gestiona exclusión sonríe alegremente, ni una derecha organizada, como la derecha neoliberal de Menem-Cavallo-De La Rua que culminó en la crisis del 2001, ni una derecha golpista-militar, que impuso su ideario con tortura y muerte, ni una derecha macrista aparentemente democrática, pero que por principio político y filosófico jamás lo será por xenófoba, clasista y excluyente.
    Quizás las multinacionales, los ricos que no encuentran saciedad a su ambición infinita bajando los salarios de sus trabajadores, los Wal Mart, la Sociedad Rural que nos vende la carne a 50 pesos el Kg. gritando sus consignas de libre mercado, sean los reales actores de ese atrevido “Nosotros” que usted hace extensivo a todo el pueblo argentino, y esos poderosos (y los que se identifican con ellos) sean quienes realmente sueñan y rezan todas las noches por una "derecha organizada" para poder imponer una vez más el régimen de exclusión, polarización de la riqueza y destrucción del tejido social que esas políticas dejaron cuando gestionaron el poder. Pero ni yo, ni millones queremos otra vez eso. No somos parte de su atrevido “Nosotros”, no haga camuflaje utilizando de manera impropia la primera persona del plural. Porque somos millones quienes a diferencia de usted, rezamos para que la derecha siga haciendo el ridículo y que sus adalides sigan pisándose la capa entre ellos como hasta ahora, porque ya demasiado daño y muerte ha regado en este país.
    Su nota, Rudman, es muy inteligente: por un lado, en una primera lectura se gana al lector incauto, aquel que apoya a Cristina y no comulga con Cobos, lector que cree estar leyendo una nota escrita desde cierta simpatía con el oficialismo. Pero en una segunda lectura salta a la vista que en realidad es una expresión de fastidio y frustración hacia todo el arco de una derecha que aun no sabe cómo organizarse y sonreír como Piñera para desbarrancar a este modelo del gobierno.
    Si vio “Sicko” de Michael Moore, cuéntele a sus lectores lo que una “derecha organizada” hace con las personas que como a usted le faltan algunos dientes, así al menos están prevenidos antes de apoyar su expreso deseo de que esa tendencia política se organice, paso previo y necesario antes de hacerse del poder.
    No, Rudman, no.
    No tiene ningún derecho a apropiarse del Nosotros.
    No lo hurte.
    Devuélvalo.

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  3. No se enoje, compañero. Y, sobre todo, no me tergiverse. En ningún párrafo encuentro una apelación mía, o un deseo, de una derecha "organizada". Efectivamente, como usted dice, Castagnolo, el listado de los ejemplares de la derecha es patético. Tan patético como el daño que nos ha hecho a "nosotros". Leer mi texto y ubicarme del lado de los cómplices y actores de lo peor de nuestra sociedad es, pot lo menos, un abuso de miopía ideológica.
    Trataré de ser más explícito. Sostengo que lo que Argentina, es decir nosotros, necesita es una derecha seria, no golpista, con propuestas. Y no estos mamarrachos que lo único que han hecho desde 2003 es decir no a cualquier iniciativa que signifique distribución equitativa del ingreso. Según su propuesta, Castagnolo, sería ideal no tener ninguna derecha. O sea, Argentina año verde. Se parece a las posiciones del PO y la ultraizquierda, que ven la revolución a la vuelta de la esquina y, mientras tanto, resultan idiotas útiles del duhaldismo y ahora de la gran esperanza blanca: Ernesto Sanz. Si es usted ingenuo, vaya y pase, pero si forma parte del selecto grupo de los ultrazurdos, a los que Lenin calificó como pacientes de una "enfermedad infantil", ya en 1920, entonces le recomiendo Castagnolo, que lea la magnífica carta de Norberto Galasso a Jorge Altamirs. Si no la conoce, usted me da su correo electrónico y yo, gustoso se la envío.
    Y una cosa más. Le pido de buena manera que no me diga lo que puedo o no escribir. Stalin se murió en 1954 y Aramburu en 1970.
    De todas maneras, compañero Castagnolo, le pido que relea mi escrito, pero con un GPS que funcione bien. Vivimos en un país democrático y capitalista. De lo primero, me hago cargo. De lo segundo, no.
    No quiero una derecha poderosa. Quiero, y pienso que enriquecería nuestra democracia, una derecha seria. ¿Dónde leyó Piñera? Donde usted, Castagnolo, leyó Piñera, dice Sanguinetti. ¿O tiene temor de discutir, mano a mano, con un intelectual de derecha? ¿No vio, en 6-7-8, la paliza que le dieron a Robert Cox, un derechista de mi agrado?
    No sea torpe, no me castigue a mí como si fuese un contrabandista ideológico. Pese a sus sospechas y su paranoia, seguiré militando por profundizar el rumbo luminoso que se inició en 2003. Quédese tranquilo, cuide su presión arterial.
    Un abrazo.

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  4. Che, Rudman, mirá. Te debo una sincera y profunda disculpa. Soy un apasionado y la verdad que en el contexto derechoso de la línea de Montacuto te interpreté para el carajo. Gracias al destino tengo presión baja y sé bajar la guardia y perdir disculpas cuando tengo que hacerlo. Esto es público, después te escribo en privado. Un gran abrazo y festejo tu manera de intercambiar ideas. Comparto cada una de tus palabras. Me apresuré. Un abrazo.

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