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miércoles, 11 de mayo de 2011

Cambio de dieta

Aquí estoy. Anduve por la ciudad macrinizada (ojalá que por poco tiempo más) cosechando libros y sembrando proyectos. De antes de partir de esta provincia jaquizada (ojalá que por poco tiempo más, aunque...) me quedan algunas reflexiones pendientes que parecen viejas por obra y gracia de la vertiginosa manera que tienen los medios de digerir la realidad.
Por ejemplo, la semántica de algunos dirigentes sindicales, los que alguna vez fueron obreros. Una de las burlas más frecuentes a que son sometidos dice que los tipos se comen las eses. Y es verdad. El discurso de Hugo Moyano, el titular de la CGT, en el acto por el Día del Trabajador, es un buen ejemplo. La derecha explícita, es decir los dueños de los medios de producción y de los medios fabricantes de mentiras; la izquierda pseudoacadémica, la que califica al electorado como de baja calidad cuando le vota en contra y, en cambio, lo eleva al sublimaje en Andalgalá, ambas asimetrías a la vez, se hacen un festín cada vez que Moyano, el Negro, dice compañero en lugar de compañeros, o explotadore en lugar de explotadores. El tipo se come las eses.
Pues bien, los argentinos nos hemos pasado buena parte del siglo pasado, por no irnos más hacia atrás, y los primeros años de éste haciendo más o menos lo mismo.
El 6 de setiembre de 1930, pongamos, empezamos. Luego tuvimos a Hugo Wast como Director de la Biblioteca Nacional o Ministro de Educación, a Óscar Ivanisevich como Rector de la UBA. En 1955, hicimos gárgaras con la Libertadora, la fusiladora. Parecía que no nos cansábamos de comérnosla. Durante la dictadura, a veces, la dieta venía adornada con hostias bendecidas. Cavallo, Menem, la Alianza, Duhalde, Barrionuevo, Carrió y una larga lista nacional, con alguna ayudita de organismos internacionales, nos indigestaron. Hasta que llegó el momento, los momentos, en que preferimos cambiar la dieta. Hoy me cae mejor, digiero mejor a quien se traga las eses que a todos y todas los que nos hicieron comer sus heces.

1 comentario:

  1. En buena hora, Rudman. Debió aparecer el kirchnerismo (que no hubiera sido posible fuera del peronismo cuya mitad se come esas eses) para que cambie de opinión. La cosa es que estuvo en baires y no le yamó!

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