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sábado, 21 de agosto de 2010

A desalentar, a desalentar

"A desalambrar, a desalambrar"
Daniel Viglietti

La propuesta surgió de la cabecita afiebrada de un señor que se llama Carmelo Ganci. Todo hace suponer que el hombre departía amablemente con sus contertulios y contertulias del Consejo Asesor de la Administración de Parques de Mendoza. Pero parece que, entusiasmado por la reunión, se sirvió un fernet, con una letra menos.
Me explico. La idea genial consiste en cobrar peaje para ingresar al Parque General San Martín, el pulmón verde de la capital menduca. El objetivo, según declara el ut supra, es desalentar el flujo de vehículos que entran diariamente al paseo
Además de resultar de difícil concreción ( el Parque tiene múltiples ingresos y, entonces, habría que clausurar todos menos el principal, o alambrarlos y dejar la casilla de peaje en los portones centrales), desnuda una concepción que, so pretexto de proteger el ambiente, refleja resabios recaudadores a cualquier precio.
Ganci fue Director del Parque en 1991. Florecía el empuje privatizador del neoliberalismo. Tiene razón, entonces, mi compañero Ernesto Espeche, Director de la Carrera de Comunicación Social de la UNCuyo, cuando afirma que Menem es un político en fase de cuasi extinción, el menemato el período histórico de consumación más alevosa de la destrucción del aparato productivo nacional, más genocidio, y el menemismo, esa forma perversa de cultura política que, desgraciadamente, aún subsiste en nuestro país, con ejemplos como el que nos convoca.
Hagamos un poquitín de historia, sobre todo, para quienes leen mis diatribas y no son de estos lares. El Parque, el nuestro, el de todos, fue creado por Ley N° 19, el 6 de diciembre de 1896. Se le encomendó la tarea a Jules Charles Thays, el francés creador también de los Bosques de Palermo y el Jardín Botánico de Buenos Aires. El Parque es, sin dudas, el recreo más democrático e igualitario de todos los paseos de Mendoza. Allí confluye el trabajador y su familia, el grupo de pibes del barrio para jugarse un picadito, las chicas de clase media para hacer un pic-nic, o el conchetaje vernáculo a jugar tenis, golf o practicar hipismo (no confundir con hippismo, que ya fue).
Pero de lo que se trata es de desalentar. Cualquier cosa, pero desalentar. El microcentro mendocino colapsa de vehículos, pero hay que desalentar la entrada al Parque. Desalentar y recaudar. Es apenas un detalle, pero el bebedor de fernet tendría que explicar cuántos de los 6.000 autos que ingresan a diario a nuestro Parque, son de personas que van a trabajar o a recibir clases en la Universidad, cuántos al CRICYT, cuántos a los clubes, en fin, que hurgando un poco salta el afán recaudador por sobre la preocupación ecológica.
Un delirio más, en un país que parece tener un profesorado en este tema. Desde Elisa Carrió, the master of the sopa de delirios, pasando por Ernesto Sanz y su insultante afirmación contra la Asignación Universal por Hijo, hasta los delirios de base de los taxistas y remiseros que supimos conseguir.
Mientras surjan iniciativas de claro corte menemista, como ésta, yo me aferro a mi amigo Daniel Viglietti, porque el Parque "es tuyo, es mío, de aquél/ de Pedro, María, de Juan y José."
15-08-2010

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