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viernes, 20 de agosto de 2010

Luis Alberto Romero y la presbicia histórica

Querido Luis, acabo de ver por televisión, un fragmento de declaraciones suyas respecto de la situación nacional en 1910 y su comparación con los días que estamos viviendo. Le pido, con respeto y humildad que me diga que lo que vi y escuché no es cierto, que no fue usted quien lo dijo.
Hizo referencia a la pujanza de la Argentina del Centenario, a que era una de las naciones líderes del mundo y de que hoy estamos presos de los piqueteros.
Luis, usted es un académico y no soy yo quien debe recordarle que estábamos bajo la vigencia de la tristemente célebre Ley de Residencia, que recién dos años después se iba a sancionar la Ley Sáenz Peña, que los inmigrantes traían las ideas socialistas (ideas que abrazó su padre) y anarquistas y que, por eso, fueron perseguidos hasta la muerte, en muchos casos. Que la celebración se realizó bajo Estado de Sitio, que los herederos de los beneficiados con el exterminio de los pueblos originarios, gobernaban a mansalva mientras viajaban a Europa con la vaca atada, literalmente.
Podría seguir, casi ad infinitum, con la lista de inequidades que jalonaron las luchas que darían nacimiento a un vigoroso y heroico movimiento obrero, pero prefiero que usted me desmienta y sepa yo que el Luis Alberto Romero que conocí gracias a mi trabajo periodístico, sigue siendo el admirable historiador que tanto prestigio ha ganado a través de su obra.
Si no es así, si lo que escuché y vi es cierto, reciba usted mi decepción y mi repudio más firme. La Asignación Universal por Hijo y la espontánea alegría del pueblo argentino, por nombrar sólo dos aspectos distintivos de este tiempo luminoso que vivimos, lo desmiente rotundamente.
Afectuosamente.
2-05-2010

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